Pequeño Comercio Tradicional I

Nos referimos con el nombre de pequeño comercio de cercanía, ese que esta en los diferentes barrios de las ciudades o de pueblos de diverso tamaño, alejados de los centros comerciales sean estos periféricos o en los centros de las ciudades, el comúnmente denominado comercio de Barrio. Esta entrada es casi un resumen de casos que hemos comentado hasta ahora (como por ejemplo el caso del comercio minorista oriental) y como es extensa la hemos dividido en dos partes: en esta primera parte hablamos de la problemática a que se enfrenta este tipo de comercio y en la próxima trataremos de aportar algunas soluciones.

Los cambios sociales no han sido ajenos a este sector: nuevos productos, la exigencia de otros servicios, la variación del nivel de riqueza, la exigencia de horarios y otros factores. Todos ellos en un corto espacio de tiempo, han determinado que a muchos de los comercios no les haya dado tiempo o, quizás no hayan querido adaptarse a las nuevas exigencia del mercado.

Tampoco son ajenas a ningún comerciante las dificultades que tiene para conseguir financiación para emprender la actividad comercial o para modernizar sus instalaciones, que determina el endeudamiento familiar, que en muchísimos caso les condena a soportar restricciones en su vida cotidiana e incluso a la pérdida de su patrimonio. A lo que debemos unir la escasa formación que adquiere el colectivo empresarial, quedando en poco tiempo obsoleto, tanto en su forma de comercializar como en sus tiendas, que unido al cambio rápido de los cánones de moda o tendencia, hace que sus productos se queden en stock sin poder darles la salida que necesitan.

El incremento del consumismo ha hecho que las personas adquieran nuevos productos, algunos de ellos superfluos; el incremento de las hipotecas, la precariedad laboral, la subida del precio de la cesta de la compra, están creando un nivel de endeudamiento familiar difícilmente superable, que ante la oferta de los grandes establecimientos hace que poco sea destinado a los comercios tradicionales ante la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones, lo que determina que vayan desapareciendo de nuestras calles, concentrándose la gran parte del consumo en los centros comerciales.

A la disminución del poder de compra de la familia, se une la disminución del tiempo que se dispone a estas tareas, como consecuencia de la forma de vida de nuestro tiempo, lo que hace más atractivo y viable el acudir a los centros comerciales y grandes superficies, que disponen de una mejor accesibilidad, contra las dificultades que ofrece el núcleo urbano, por la aglomeración de vehículos e incremento del tráfico rodado. Dificultad que sé esta incrementando por el cierre de establecimientos que hacen que disminuya la variedad de productos y servicios que busca ó necesita el consumidor.

Si algo puede empeorar, tiende a empeorar y, para el 2010 está prevista la entrada en vigor de la directiva europea Bolkestein, que va a determinar la liberalización total del mercado, aunque algunos ya dicen que el mercado está liberado, esta directiva viene a derogar las normas legislativas de los países miembros y por extensión de las comunidades autónomas, y deja el camino libre a todas estas multinacionales para su implantación, incluso variando la forma de comercializar los productos y servicios, generando un cambio brusco que determinará que el poco espacio que aún conserva el comercio tradicional, se vea seriamente perjudicado, abocándolo a su desaparición total, o conservando espacios residuales, más por romanticismo que por rentabilidad.

La desaparición del comercio tradicional conlleva un caos social de incalculables consecuencias. Los puestos de trabajo que deja este sector es imposible que sean absorbidos por este nuevo modelo de comercio, ya que las nuevas fórmulas de comercialización están diseñadas para acaparar poca mano de obra, que por las prácticas experimentadas de estas señas comerciales son puestos de trabajo de baja cualificación y precariedad en la contratación.

Ante este panorama se precisa un acuerdo entre todas las partes para analizar la situación y actuar, debiendo conocer si la demanda actual es correspondida con la oferta existente y si está debidamente localizada o por el contrario, concentrada. Hay que realizar una distribución equitativa del espacio comercial según necesidades, situando los comercios necesarios allí donde la demanda exista y, nunca como competencia a la existente, sino adecuando la existente a las necesidades actuales del consumidor.

2 comentarios:

  1. Espero un poco a ver cómo termináis esta entrada tan interesante, pero os dejo un primer pensamiento rápido. Creo que hay hueco para el pequeño comercio muy especializado y que ofrece un producto (y un servicio) de calidad, diferenciado y con valor añadido. A pesar de la invasión de Starbucks (en Madrid parece haber uno en cada esquina) los bares siguen atrayendo a la misma clientela diariamente a primera hora de cada mañana. Lo mismo pasa con las librerías.

    Espero con avidez la segunda entrega.

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  2. Bueno, eso es lo que hemos dicho muchas veces y mañana lo repertiremos, la especialización y la diferenciación es de las cosas que pueden salvar el comercio tradicional.

    La hostelería es un negocio diferente al retail, en este pais la hostelería es caso parte, hay barrios que tienen mas bares que muchas ciudades europeas, es algo intrinseco a nuestra forma de vida, casi cualquier calle tiene su bar, o por lo menos lo tenian, con la crisis algunos han cerrado, el publico no va tanto a tomar cafe ni al menu de mediodia, se lo llevan de casa.

    No estamos tan de acuerdo con las pequeñas librerias tradicionales, o son especializadas en algun tema o acaban cerrando, este tema junto al del libro en papel o electrónico lo estamos preparando para un proximo post, despues de los comentarios que te dejaron en tu blog ayer.

    Un saludo

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