Si hay un entorno que ha sufrido un gran cambio durante estos últimos años, ese es sin duda el de todo aquello que se relaciona con los viajes. Han cambiado hasta los motivos del propio viaje.
Si antes solo se viajaba por necesidad o negocio, hace ya mucho tiempo que se viaja por el placer de conocer
otras ciudades, países o culturas, y no solo en largas estancias sino también en cortas escapadas por motivaciones gastronómicas, musicales, de salud o estética, deportivas, etc. Ya no es raro desplazarse a otra ciudad, incluso a otro país, para asistir a una opera a un concierto de nuestro grupo o artista favorito, para probar las maravillas culinarias de tal o cual restaurante, o para deslizarse por infinitas laderas nevadas.
Han cambiado también las compañías aéreas tras la revolución de las low cost. Los barcos de cruceros se han convertido en una alternativa popular alejada del lujo con el que tradicionalmente se les asociaba. Los aeropuertos se han pasado de ser lugares de paso con algunas comodidades a inmensos espacios donde es posible encontrar casi lo mismo que en los centros de las ciudades en las que se ubican: tiendas, restaurantes, casinos... por no decir que ha pasado a ser pequeñas ciudades en si mismos.
Y como no, si ha cambiado todo esto, los lugares donde alojarse, los hoteles, no podían permanecer ajenos a esos cambios. Hace ya tiempo también que dejaron de ser solo esos lugares en donde dormir cuando nos encontramos fuera de casa.
Si en los noventa fue el concepto "Hotel de diseño" – uno de cuyos máximos exponentes lo tenemos en nuestro país con el Hotel Puerta America, al que dedicamos varias entradas - el que marcó un antes y un después, ahora los hoteles exploran nuevos conceptos buscando atraer a una clientela que no se conforma con una cama limpia donde dormir, sino que quieren vivir una experiencia completa en cada viaje.
Y así llega el concepto de “hoteles lifestyle”, que rechazan el diseño sobrevalorado o la innovación por la innovación y tratan de volver a las raíces de lo que es el estilo, el buen gusto y el glamour perdidos. Ya no vale solo la experiencia visual, ahora el confort y el servicio son lo más importante.
Un nuevo concepto de hoteles que apuestan por lo diferente frente a la globalización de las marcas internacionales. El lujo ya no tiene que ver con ir a un sitio carísimo, sino a uno en el que te hagan sentir especial, tener acceso a algo que los demás no tienen. Hoteles que te hacen sentir en casa, porque ofrecen algo más que camas, son una experiencia en sí misma.
Dentro de este concepto estarían por ejemplo The Edition que ilustra esta entrada perteneciente a la marca Marriott. En el caso de Estambul, su nueva apertura, la personalización se traduce en un interiorismo de palacio de sultán, un spa planteado como un gran hamman y un bar en el que tomar una copa entre almohadones. Todo remite a una mezcla entre el encanto de lo oriental y la modernidad de Occidente.
Como ellos, otra cadena que apuesta por este concepto y aterriza en Europa es W Hotels, perteneciente a Starwood, y lo hacen de la mano de Antonio Citterio. En sus hoteles el interiorismo, el diseño del espacio, del mobiliario y de cada uno de los detalles, tiene una importancia fundamental. Buscan la calidad de los materiales, crear espacios auténticos y que envejezcan bien. Porque los huéspedes contemporáneos, esos que viven en un mundo globalizado, prefieren experiencias únicas, con identidad, y que les hagan vivir la ciudad a la que viajan.
La clave de W consiste en interpretar la localización del hotel y transformarlo en un destino en sí mismo; darle contenido a través de lo que ellos llaman "talentos" vinculándose a diseñadores, artistas, fotógrafos... El objetivo es lograr un servicio dinámico y enérgico que siga la norma "Whatever/Whenever", lo que sea cuando sea. Enfocados a clientes que adoran el diseño y la moda, pero buscan autenticidad en la era de Internet, incluso cuando no están en el hotel.. W ha sido el laboratorio de ideas del grupo Starwood, y ahora muchas otras de sus marcas como Sheraton o Le Meridien comienzan a implementar sus ideas con éxito.
Su marca hermana, Aloft -con el apellido "Part of the W World" (Parte del mundo W), se mueve en un segmento de mercado paralelo: hoteles de negocios para viajeros trendy que empiezan a llegar a grandes metrópolis de Oriente Próximo, India, Brasil y Rusia.
El low cost lifestyle también encuentra su sitio gracias a marcas como All Seasons, de la francesa Accor, que cuenta con hoteles en Madrid, Bali, Melbourne, Niza o Estocolmo, por citar algunas localizaciones.
En este escenario nace una nueva marca, también hija de otra grande americana: Hyatt. Se llama Andaz e igualmente se suma al concepto de hotel experiencia, pero en este caso virándose hacia la ecología y la tecnología. Por ejemplo: el check-in se hace desde dispositivos portátiles, sin pasar por recepción. Andaz cuenta con hoteles en Los Ángeles, San Diego, Londres y Nueva York y este año abren en Shanghái y pronto en Delhi.
Pero este cambio no lo experimentan solo las cadenas extranjeras, ni es tan novedoso. Las cadenas españolas también apuestan por el lifestyle y NH inauguró hace ya seis años en Milán su marca NHow -vinculada a la moda y diseñada por el conocido interiorista Matteo Thun- y su última apertura ha sido NHow Berlín. Dentro hay un estudio de grabación propio, realizan conciertos en su terraza y hasta las guitarras forman parte del menú del room service. Del diseño se encarga Karim Rashid, y la arquitectura de vanguardia es del arquitecto Sergei Tchoban.Se trata de una nueva generación de hoteles: atípicos y vivos, en los que comodidad es sinónimo de personalidad y cosmopolitismo.
Otro concepto que se triunfa en nuestros días es el de “hotel boutique”, que nace en Europa en contraposición a los grandes hoteles de cadena que ofrecen servicios de calidad pero altamente estandarizados y mecánicos. Se trata de establecimientos personalizados y a medida del cliente.
Los clientes que buscan alojarse en un hotel boutique buscan lugares mas íntimos, son personas de gustos refinados y sofisticados que pretenden un mejor servicio. En la mayoría de los casos son pequeños hoteles con encanto y con un servicio y ambientes fuera de lo normal. Sus huéspedes reciben tratamiento VIP. Se atiende cualquier petición especial que puedan tener y se les ofrece un servicio a medida acorde con sus necesidades.
Son hoteles relativamente pequeños, como máximo 50 habitaciones aproximadamente, y habitualmente propiedades únicas gestionadas por particulares o por pequeñas compañías.
Esta nueva tendencia lleva tiempo pegando fuerte y ya hay quienes viajan sólo por alojarse en el hotel en cuestión sin importar demasiado donde está situado.
Precisamente su éxito ha incitado a compañías hoteleras multinacionales, cadenas y franquicias a robar el término y/o tratar de amoldar sus propias marcas o alguno de sus establecimientos para conseguir una parte de esta cuota del mercado.
Como veis, dormir fuera de casa sigue siendo toda una experiencia, y una aventura.
Algunos datos de esta entrada están sacados de un artículo de El Pais Dominical titulado Mejor que en Casa
Hola! Muy linda entrada, las fotografías son maravillosas. Una vez me hospedé en un hotel en buenos aires similar, por trabajo obviamente. Saludos
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