En nuestras preferencias y gustos en comidas y bebidas influye, y mucho, la tradición familiar, lo que hemos tomado (o nos han obligado a tomar) en casa cuando éramos pequeños.
En casa de mis padres el café era una devoción, ahora venida a menos, porque la edad no perdona.
Desde que recuerdo el café que se tomaba en casa era de La Mexicana - según la familia uno de los mejores que se podía degustar - a pesar de no ser fácil de comprar pues en aquel entonces no había más de tres o cuatro tiendas, - todas en el centro de la ciudad - , y había que desplazarse para comprarlo. Cuando “se iba al centro” se aprovechaba para comprarlo, es más, se hacía acopio para tener siempre en casa, y de varios tipos - natural y torrefacto - para luego hacer la mezcla preferida.
Todavía recuerdo como era enfilar la calle Preciados y notar el olor a café, presente en casi toda ella y los 10 o 15 minutos que pasábamos haciendo cola en la calle y eso a pesar de tener una media de 3 o 4 personas despachando, pero es que el nivel de ventas de esa tienda era más que importante.
En casa se compraba en grano, porque así mantenía mejor el aroma y se molía según se iba gastando. Yo ahora sigo comprándolo pero la verdad es que como no tengo molinillo (y aunque lo tuviera, la pereza nos puede) siempre me lo muelen en la tienda, con lo que después de comprarlo voy dejando olor a café por donde paso (todavía recuerdo las miradas y comentarios del resto del publico el día que fui a ver una exposición después de haber comprado un par de paquetes).
Es aquel entonces muchas cafeterías se vanagloriaban y utilizaban como reclamo que su café era de La Mexicana, al igual que hoy otras presumen de tener la cafetera Nesspreso para hostelería.
La lástima es que esta estupendas tiendas no hayan prácticamente evolucionado desde entonces y hoy con el éxito de tiendas como las de Nesspreso y el café en capsulas y demás están un poco en decadencia.
Estos días después de las entradas que os hemos ofrecido con los nuevos modelos de tiendas de alimentación que recopilaba la revista Monocle y porque además estoy leyendo el libro “El desafío de Starbucks”, pienso que en un momento determinado los propietarios tenían que haber reconducido el negocio en una dirección semejante.
Al principio del mencionado libro cuando el CEO de Starbucks narra su historia personal cuenta que empezó trabajando en Starbucks de comercial – que por aquel entonces era una tienda que vendía buen café en grano, como La Mexicana - , y en un viaje a Italia observó las pequeñas cafeterías del país, el ambiente que allí se respiraba y la cultura que se movía alrededor del café.
A su vuelta a EEUU comento con su jefes su idea de compaginar la venta de café y las cafeterías en único establecimiento. Estos desestimaron la idea y él se marchó y llevo a la práctica su proyecto. A los pocos años el negocio le había ido tan bien que compró la compañía de la que se marchó y así nació la empresa más o menos como la conocemos hoy.
Pues algo similar creemos que podía haber sido la evolución de La Mexicana, que según leemos aparece en el libro Guinness de los récords por poseer la tienda que más café vende del mundo.
La historia de la mexicana se remonta a 1890, cuando se inaugura la primera tienda de Cafés La Mexicana en la madrileña calle Preciados con no más de 20 metros cuadrados. Al poco tiempo de su apertura el establecimiento alcanzó gran popularidad y fama entre los madrileños por la calidad de sus cafés.
En estos 120 años de historia La Mexicana ha visto de todo y ha sufrido los avatares históricos. Las bombas que caían casi a la misma puerta de la tienda en la Guerra Civil o los duros años de la posguerra en la que el café era un artículo de lujo y La Mexicana tenía que vender malta, un sucedáneo del café muy popular en aquella época de hambre y escasez. Curiosamente, los gustos cafeteros de los madrileños han ido cambiando a lo largo de los años. Si antaño los cafés que más se vendían eran los torrefactos hoy sólo son fieles al café torrefacto las personas mayores, la gente joven prefiere el café natural.
Aunque poco a poco ha ido aumentando su oferta con la introducción de otros productos como tes, chocolates y algunos regalos relacionados con el café, creemos que no ha sabido adaptarse a los nuevos modelos de negocio. Su forma de crecimiento de estos últimos años ha sido la franquicia, donde algunos de sus propietarios si han intentado incluir una pequeña zona de degustación de cafés, pero con escaso éxito. Sus tiendas no han variado casi nada de cuando se inauguraron y han pasado de estar pasadas de moda a ser casi una antigüedad a conservar.
Según fuentes de la empresa y a pesar de lo comentado anteriormente La Mexicana vende más de 1.500 kilos de café al día. En sus tiendas se pueden encontrar 17 tipos de café, entre ellos, un selecto café llamado Tambo del que sólo se producen 250 sacos en todo el mundo. Y hay que reconocer que son auténticos profesionales y que ofrecen una buena materia prima que tuestan diariamente para disponen siempre de café fresco.
Actualmente La Mexicana además de la emblemática tienda de la calle Preciados, 24 cuenta con 17 establecimientos repartidos por Madrid y otras provincias como León, Salamanca y Toledo.
Como las imagenes que tenemos de Cafe la Mexicana son malas y no aportan gran cosa, aparte de la curiosa foto de los años 50 o 60, las imagenes que ilustran esta entrada es como pensamos podrian ser estas tiendas actualmente, un negocio de Cafe-Cafeteria como estas en Mexico llamadas "Cielito - Querido Cafe" diseñadas por el estudio Esrawe.
Precioso artículo, y no te falta razón.. Yo también soy cliente de La Mexicana y lo seguiré siendo mientras sigan tratándome tan bien y teniendo esos cafés tan increíbles, aunqe es cierto que echo en falta una zona de degustación y un aire un poco más moderno, pero bueno, al menos siguen teniendo el menor café!! Saludos.
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