A Contracorriente



Nuestra entrada de hoy viene motivada por un texto leído en el blog de Pymes y Autónomos titulado “Dale al cliente lo contrario de lo que quiere”. Y en él se dice:

Si el cliente quiere blanco dale negro. Sí, sí, no me he vuelto más loco de lo que ya estoy
habitualmente, pues soy de la opinión que el dar, que el ofrecer lo mismo que ofrecen los demás, nos permitirá sobrevivir, pero nunca vivir.


Si el cliente quiere blanco, ya encontrará a doscientos que le den blanco, ya encontrará doscientos perfiles profesionales, doscientos productos o doscientos servicios blancos impolutos, que se pelean entre ellos para ser los escogidos. Ese cliente a mí como mínimo para nada me interesa.

A mi me interesa el cliente que quiere negro, aquel cliente que quiere algo distinto y definido, algo que no es lo que le ofrecen todos, y que a mi me permite ofrecérselo de forma distinta, y por supuesto más rentable.


Nunca me ha interesado tener un producto o un servicio de masas, nunca me ha interesado ser un profesional al uso, nunca me ha interesado ofrecer lo que todos ofrecen, para eso ya hay miles y miles de ellos. Me interesa ser distinto, único, minoritario, pero reitero, rentable y diferente.

Realmente el título, muy llamativo eso si, no se corresponde del todo con la idea que se desarrolla en el texto, pues no se trata de darle al cliente que quiere blanco negro y al que quiere negro blanco, eso si sería darle lo contrario de lo que pide, de lo que nosotros pensamos que habla realmente el texto es de algo de lo que ya hemos hablado en más de una ocasión: la diferenciación, porque como también dice el texto “el ofrecer lo mismo que ofrecen los demás, nos permitirá sobrevivir, pero nunca vivir”


Y es que ya lo dijimos en otra entrada, si todo el mundo opta por vender un producto similar, o en unos entornos similares. o se es líder en ese sector o se ofrece el mejor precio, y en ambos casos se puede tener éxito, pero si no se está en una de esas dos posiciones hay que diferenciarse, “dar lo contrario”, crear un nicho mercado para ese público que no quiere lo que la moda impone o no se siente a gusto en determinados ambientes y prefiere algo diferente.

Como comentamos en el punto medio es el fracaso, o eres muy bueno a un precio alto o tienes uno de los mejores precios, pero ofrecer lo que ofrecen los demás a un precio medio sin una diferenciación clara está abocado al fracaso.


Un ejemplo de esto que decimos y que creemos encaja muy bien con el tema del texto al que hacemos referencia lo hemos encontrado en el mundo de la música. En estos tiempos en los que cada vez se consume más música en formatos digitales y el CD está teniendo un considerable retroceso hay pequeños empresarios que todavía apuestan por el vinilo, pues hay un pequeño reducto de músicos y aficionados amantes de la calidad y calidez de este formato que siguen demandándolos.

Os dejamos un video donde se expone muy bien el caso de Thomas Bernich, quien en 2003, convirtió su afición en un negocio al fundar Brooklynphono.


Empezó con dos prensas produciendo 2.000 discos al mes.Hoy, en su sede de la calle 42 de Nueva York, cuenta con cinco prensas con las que, reciclando el vinilo obtenido de viejos discos, produce diez mil discos al mes. Sus clientes son discográficas independientes situadas muy cerca de su empresa, en el barrio de Brooklyn, pero también sellos europeos.

Este tipo de empresas nos demuestran que puede haber negocio donde ya nadie creía que lo había y que hacer algo diferente puede ser rentable.



Las imágenes que ilustran esta entrada pertenecen a Joy Cupcakes, un establecimiento australiano especializado únicamente este tipo de dulces, diseñado por Mim Design.

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