En una economía de mercado todo producto o servicio tiene un precio que según el diccionario es el valor pecuniario en que se estima algo. Por su parte, el valor es definido como la cualidad de las cosas en virtud de la cual se da, por poseerlas, cierta suma de dinero equivalente. Pero valor y precio no son siempre sinónimos
Aunque Antonio machado decía que todo necio confunde valor y precio, es esta una equivocación muy común, cuando nos interesamos por un producto siempre preguntamos cuanto vale? cuando en realidad deberíamos decir cuanto cuesta? porque esto realmente eso es lo que nos suele importar.
Con esta introduccion comenzaba el sábado pasado un debate en el programa No es un día cualquiera de RNE1, que en principio prometía iba a ser muy interesante pero al que al final faltó contenido y toco el tema muy someramente.
El precio de las cosas es algo totalmente relativo, forma parte de la educación y el momento que estamos viviendo, y también de lo que nos meten en la mente los medios de comunicación y la publicidad, nosotros somos los que damos valor a las cosas.
Cuando no existía el dinero y lo que se utilizaba era el trueque también se daban fenómenos y circunstancias (escasez, rareza, dificultad de conseguirlo, etc.) que hacían que en un momento dado, un producto aumentara o disminuyera su valor frente a otros (por ejemplo el oro o productos traídos de oriente).
Hoy en día hay cosas que tienen un valor extraordinario, como el agua, y a las que ponemos un precio muy bajo, a pesar de ser imprescindibles para nuestra vida, y en cambio ponemos un precio muy elevado a ciertos artículos de los que puede prescindir fácilmente y no nos son necesarios para vivir.
También se da la circunstancia de que damos valor a lo que tiene un precio elevado y cuanto mayor es el precio mas valor de damos, cuando realmente a veces ese sobrecosto no esta justificado por una diferencia de calidad y solo lo justifica el logo o marca que tiene. Los consumidores en muchas ocasiones valoramos las cosas dependiendo de su precio y cuando vemos un mismo producto a menor precio lo consideramos de peor calidad, aunque sea el mismo. Tendemos a pensar que lo caro es bueno y eso siempre no es así.
La crisis económica ha cambiado la relación entre el valor y el precio de las cosas, y esta cambiando la mentalidad de los consumidores, la gente se ha parado a reflexionar y piensa mas en que gastar su dinero; como decía hace poco el director de Ikea España en la entrada que hicimos sobre ajustarse a la realidad “el consumidor busca cada vez mas un valor real por su dinero y es ahí donde nuestro modelo de negocio ha resultado interesante para mas gente” Al Igual que ocurre en Ikea, esta sucediendo con las marcas blancas de los supermercados o las tiendas de textil de bajo coste tipo H&M, Zara, etc.
De las pocas cosas buenas que esta teniendo esta crisis, una de ellas es ese cambio, que a la larga tiene que ser de modelo – aunque haya gente que esta esperando a la recuperación para que todo sea igual que hace unos años – algo que pensamos no va a suceder, todos nos hemos dado cuenta de que los precios de muchos artículos o servicios estaban sobrevalorados.
Estábamos convencidos, - o nos habían hecho creer-, y estábamos enseñando a nuestros niños, que la felicidad se compra a golpe de Visa, sin pararnos a valorar lo mucho que tienen y tenemos y lo que no cuesta dinero. Los valores humanos son intangibles, y no se pueden tasar.
Ya en otra entrada hablamos de lo que era el Pricing, que no es la forma habitual de poner el precio a los productos, esto es, poniendo un % sobre el precio de costo, sino poniendo lo que se cree que la gente estaría dispuesta a pagar por ellos, o sea lo que una persona corriente considera que vale algo y estaría dispuesta a pagar por ello.
Tengamos el valor de reconocer que en muchas ocasiones los que fijamos los precios somos nosotros y no paguemos más por ciertas cosas que no lo valen.
Las imagenes que ilustran estqa entrada corresponden a la tienda Maison Martin Margiela en Berbely Hills California diseñada por Johnston MarKlee
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