Andrée Putman




Hace unos días nos dejaba a los 87 años de edad la diseñadora Francesa Andree Putman, Bastante conocida por los profesionales que nos dedicamos al interiorismo, pero bastante menos para el gran público o por lo menos no identifica sus creaciones con su nombre a pesar que su carrera ha durado más de cuatro décadas.



Instalo sus gráficos monocromáticos, firma de su estilo, en todo: desde los interiores del Concorde, al Hotel Morgan de Nueva York, con el que inventó el concepto de hotel boutique. Sus proyectos fueron siempre eclécticos, desde el Wasserturm en Colonia al Pershing Hall en París, pasando por joyas con Christofle, un enfriador de champagne de Veuve Clicquot y una evolución de la legendaria Bolsa de Vapor de Louis Vuitton.



Más recientes son el Blue Spa en el hotel Bayerischer Hof en Munich, la tienda de Guerlain en los Campos Elíseos y las tiendas de Anne Fontaine, en Tokio, París y Nueva York, así como residencias privadas en Dublín, Miami, París, Roma, Shanghai, Tel Aviv y Tánger. Diseño también un rascacielos de 31 pisos de apartamentos en Hong Kong, al que se acabó bautizando como “El Putman”. Ella describió sus proyectos más exitosos como “el equilibrio perfecto entre la disciplina y la rebelión”.



Todas ellas son obras de una artista de la generación de precursores que trastocaron la distribución espacial y gustaban, por ejemplo, colocar la bañera en el salón, o concebir estructuras espaciales sin tabiques, con fronteras móviles y/o transparentes.



Fue alguien que quiso "escapar a su destino, irse, abrir los ojos, crear su propio entorno, tirar los muebles de familia y encontrar una nueva manera de vivir", para lo que se apoyó en las nuevas tecnologías y en los nuevos materiales de su época.



Y es que, esta gran dama del diseño francés llego al oficio tarde, con más gusto que formación y, según contaba ella misma, desesperada. Tenía 53 años, y se acababa de separar.


Christine Aynard, más conocida por Andrée Putman, tenía formación como pianista ya que su madre era concertista y paso parte de su infancia postrada por caerse de una bicicleta. Con 20 años empezó su vida profesional en varias revistas, pero como carecía de formación periodística, se encargaba de los recados en revistas como 'Femina' y 'Elle'. Con su marido, el coleccionista y crítico Jacques Putman, abrió el mundo de la moda a Issey Miyake, Claude Montana o Thierry Mugler.


Separada de Putman, decidió crear su propia empresa y en 1978 fundó Ecart, una firma dedicada a recuperar muebles de aires déco del periodo de entreguerras. De la contención déco, tomó la diseñadora su famoso estilo. Sus ideas conservadoras pero arriesgadas le sirvieron para decorar boutiques de diseñadores como Karl Lagerfeld, Yves Saint Laurent, la Maison Guerlain, las tiendas Alaïa o los almacenes Bon Marché.


Convertida en empresaria de éxito, solo puso su nombre a su estudio en 1998, cuando tenía 73 años. Una década después, y tras idear todo tipo de enseres —de colecciones de joyas a bañeras- decidió ceder las riendas de su despacho a su hija Olivia, paisajista e historiadora, que es quien hoy dirige el estudio y “Ecart”.



Es difícil calificar cuándo han sido hechos sus diseños, ya que bien podrían ser de hace veinte años, hace un mes o hoy mismo. Profundamente influenciada por amigos artistas como Pierre Alechinsky, Yves Klein, Niki de Saint Phalle y Alberto Giacometti, ella siempre reconoció sentirse mucho más cerca de los artistas que de los diseñadores. Su trabajo siempre estuvo marcado por un hondo gusto por la sencillez, que hizo de sus composiciones piezas únicas, inimitables y especiales, y su estilo, siempre refinado e influenciado por enormes claustros y pasillos de la abadía románica cercana a de donde creció, acabo convirtiéndose en el mayor sinónimo de elegancia francesa.



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