El pasado viernes fuimos a conocer otro negocio de hostelería de los que últimamente están proliferando en la proximidades de nuestro estudio. El establecimiento ocupa el local que hasta no hace mucho albergaba una de esas tradicionales tiendas de “ultramarinos” de esas donde se podía encontrar casi de todo a pesar de su reducido espacio, y que han ido desapareciendo ante la llegada de
la tiendas de alimentación de ciudadanos orientales, los supermercados y los nuevos hábitos de compras en grandes superficies y centros comerciales.
El establecimiento esta gozando por ahora de un cierto éxito entre el vecindario. Tiene el atractivo de que han sabido conservar el antiguo establecimiento, que dataría aproximadamente de los años 50, casi tal cual estaba, aprovechando el antiguo mostrador de madera y mármol como barra, los estantes de madera de sus paredes posteriores para exhibir botellas de vino llenas y vacías, y solo en una pared vacía en la que nos imaginamos estaban los muebles de frío, han colocado una pequeña repisa y unas pizarras enmarcadas con las tapas y vinos que ofrecen y sus respectivos precios.
Han tenido el buen criterio no solo de mantenerlo, sino de hacerle un lavado de cara dándole una capa de pintura a los estantes, paredes y otros elementos en colores neutros, a juego con uno de esos antiguos suelos hidráulicos de antaño y que tan de moda se han vuelto a poner, solo que este si es autentico y ajado por el tiempo y los pasos de la antigua clientela.
Para completar el ambiente y con buen tino también han optado por no utilizar la iluminación fluorescente que debió estar instalada en el antiguo colmado y en su lugar iluminarse con unas pequeñas lámparas de estética vintage colocadas encima de la barra y estratégicamente dispuestas en otras zonas. En la parte trasera se han habiliatado un par de salas que correspondían a la antigua vivienda que se encontraba en la trastienda del local, como acogedoras salas donde sentarse alrededor de una mesa y unas copas de vino y picoteo a charlar.
Porque este tipo de establecimientos, como los que tengáis ya una cierta edad quizá recordareis de los recados que hacíamos en nuestra infancia solían ser locales con negocio en su zona delantera con salida a calle y una generalmente pequeña vivienda en la parte posterior con salida al portal que a su vez servían también de pequeño almacén.
El nuevo negocio instalado es una vinoteca, con venta de vino por copas desde 2,5 a 3,5 € la copa, y con el complemento de algunas tapas o raciones, de embutidos o de algún plato realizado en casa por la propietaria y que luego calientan en un pequeño horno situado bajo el mostrador; pero no van mas allá de 10 diferentes opciones.
La verdad es que, a pesar de que el sitio tiene su encanto y resulta agradable para pasar un rato charlando entre amigos o disfrutar de un rato de lectura y relax en solitario, el local ofrece un poco mas de lo mismo, no hay ninguna diferenciación con la múltiple oferta disponible por los alrededores y otras zonas , y tampoco sus precios y productos resultan especialmente atractivos ni justificativos de nada. Es un local mas “made yourself”.
Entonces, surge la pregunta ¿como puede ser que en una ciudad como Madrid, con la gran oferta hostelera disponible, tenga una cierta repercusión un tipo de local como este? Pues sencillo, porque tampoco ninguno de los que le rodean ha tendido asesoramiento de ningún tipo de profesional, y todos pecan de lo mismo; su único atractivo es la recuperación de un espacio y la atención del propietario o personal que lo atiende, repartiéndose la clientela entre todos.
De aquí que cuando aparecen grupos de hostelería que cuidan su oferta y el diseño de sus locales tengan el éxito que tienen aunque muchos de sus productos y espacios nos parezcan a veces un poco prefabricados.
Y esta es la diferencia que nuevamente resaltamos entre Madrid y otras ciudades como Barcelona o Valencia, donde es fácil apreciar la preocupación a la hora de abrir un nuevo establecimiento, ya sea por un pequeño particular o un gran empresario o cadena de hostelería, por rodearse de profesionales que les asesoren en el diseño de sus espacios, la grafica, e incluso el mismo concepto de negocio. Porque si ya es difícil tener éxito en los negocios rodeado de profesionales, sin ellos, excepto en muy contadas ocasiones y por muy determinados motivos: un producto de excepcional calidad, una esmeradísima atención, etc., “detalles” estos que al final son una clara diferenciación frente a la competencia, se esta abocado al fracaso en mayor o menor tiempo.
Este “espejismo” de que cualquier negocio de hostelería funciona, es el que lleva a muchos nuevos pequeños emprendedores a abrir negocios de este tipo sin ningún tipo de asesoramiento, dándose no mucho tiempo después de bruces con la realidad y teniendo que cerrar una vez pasado cierto tiempo y el efímero éxito de la novedad.
En nuestra ciudad el 85 % de los negocios de hostelería, si no mas, pecan de esto mismo, de ese “hacérselo uno mismo” que da titulo a esta entrada, y ocurre que en cuanto abre alguno que ofrece algo un poco diferente en cualquier faceta, con una cierta clara idea de negocio y medianamente bien realizado, se convierte en un éxito, en el sitio e moda, pues como dice el refrán “ en el país de los ciegos, el tuerto es el rey”.
Las imagenes que ilustran esta entrada corresponden al Atelier Bar en Bucarest con estetica tambien vintage diseñado por Corvin Cristian Architec
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