Mirando Atras - Cafes de Madrid I

Dentro de la serie que hemos llamado “Mirando atrás” hoy vamos a repasar un tipo de negocio que ha marcado la historia de nuestro país, ya que hubo un tiempo en que era el principal lugar de reunión social, política y cultural de la ciudadanía. El texto que nosotros os ofrecemos esta entresacado de dos textos encontrados en la red sobre el tema; uno es el estudio titulado Cafés de Madrid y el otro una pagina de Madripedia donde se hace un exhaustivo repaso por todos aquellos cafés que hubo en Madrid y en los que se dio cita y escribió parte de su historia. Por ser un poco largo os lo ofreceremos en varias entregas.



En la Península Arábiga aparecieron los primeros lugares públicos que servían café, bebida con un origen legendario conocida como néctar o vino de los árabes. A comienzos del siglo XVII, Venecia introdujo los cafés en Europa que se extendieron por Italia, Austria y Francia. La costumbre de tomar café en un lugar público especialmente diseñado para ello comenzó en Viena puede que hacia el siglo XVIII o quizá antes, pero en seguida se aclimató perfectamente en el sur de Europa, debido fundamentalmente al buen clima, que permitía la existencia de las célebres "terrazas" a lo largo de casi todo el año.

Los suizos difundieron la costumbre de sentarse en un velador ante una buena taza de café a conversar de política, de literatura, de amores y desamores. En muchas ciudades de Europa existe un "Café Suizo". El más antiguo en España fue el de Granada, pero Madrid también tuvo su café suizo que estaba situado en lo que después sería el Casino de Madrid y hoy es una sede bancaria en la calle de Alcalá.



En España la introducción del café considerándolo tanto como consumición como por establecimiento, estuvo unido a la mentalidad ilustrada del siglo XVIII. Junto a los Salones y los Clubes, los Cafés fueron medios de difusión de ideas ilustradas y científicas y lugares de sociabilidad que respondían a las nuevas costumbres y demandas de las altas clases sociales españolas.

Desde el principio los cafés sirvieron para mucho más que para deleitarse con una taza de humeante café. Estos locales públicos se convirtieron en auténticos "mentideros", cuevas de conspiradores y ateneos culturales. En Madrid - y en toda España - dieron lugar a un fenómeno, entre lo cultural y el vulgar chismorreo, quizá único, al que se dio el nombre de tertulia y en otros casos de "peña".



Podemos decir, sin faltar mucho a la verdad, que los primeros cafés madrileños surgen como tales alrededor de 1800, o mejor hacia 1808. Aquellos momentos de cambios políticos y sociales que se vivieron por entonces favorecieron el florecimiento de los cafés.

El café más famoso de esa época fue sin duda La Fontana de Oro, situado en la esquina de la calle de Victoria con la carrera de San Jerónimo, y que inmortalizó en la novela del mismo nombre Don Benito Pérez Galdós.(Hoy una cervecería irlandesa que conserva algún elemento de la época)



Cafés famosos de esos años fueron entre otros, el Lorentini en plena Puerta del Sol, entre las calles de Espoz y Mina y la de Carretas. Fue famoso por su patio con cubierta acristalada, donde se reunían los políticos liberales del momento. También muy conocido era el Café de La Alegría, en la calle de Abada, con su no menos famoso billar y punto de encuentro de los extranjeros en Madrid. En la céntrica plaza de Santa Ana abrían sus puertas el de Los Gorros o el de La Nicolasa, así como El Príncipe, ubicado en la planta baja de una casa de dos pisos. De El Príncipe escribió Mesonero Romanos que era "el más destartalado, sombrío y solitario" de los cafés que existían hacia 1830 en Madrid. Reformado en 1848 por él pasarían: Larra, Moratín, Campoamor y Zorrilla entre otras muchas celebridades de las letras españolas. Centro de reunión de la conocida Partida del Trueno, grupo formado entre otras personalidades por Espronceda y Ventura de la Vega, quienes bautizaron el local con el nombre de El Parnasillo.



El famoso Levante estaba situado en el número cinco de la calle Alcalá, frente al Hospital del Buen Suceso. Pronto tuvo que cerrar sus puertas por las reformas de la Puerta del Sol. Como dato curioso es preciso señalar que El Levante decoró su portada hacia el año 1840 con un cuadro de Leonardo Alenza, que reflejaba una escena del interior del café. El cuadro fue trasladado al café que se abrió temporalmente en la calle del Prado hasta volver a su primitivo emplazamiento una vez finalizadas las obras del ensanche de Sol. Del cuadro se conserva un dibujo en el Museo Municipal.

Los cafés de Madrid no gozaron de mucha fama entre los visitantes foráneos, sobre todo los extranjeros. En 1840 Gautier sostiene que los cafés madrileños comparados con los de París, parecen más unos merenderos por sus servicios y unas barracas de feria por su decoración. Serán los años siguientes cuando comienza la época de mayor desarrollo cafetil de Madrid. Los setenta cafés censados en 1847 prontamente son superados en número y sobre todo en la calidad de los servicios que prestan a sus clientes. Los más lujosos incorporan billares y contratan hasta pianistas.



De estos destaca El Suizo, en la esquina de Alcalá con Sevilla, que tuvo desde su fundación el privilegio de poder cerrar más tarde que el resto de los cafés de Madrid. Ampliamente reformado en el año 1863, fue centro de reuniones de médicos, abogados y financieros. Por las tardes eran habituales las señoras de la burguesía madrileña que acudían a tomar el exquisito chocolate con picatostes, que allí se servía. Entre sus últimos clientes y ya en la decadencia del local, Don Ramón y Cajal fue uno de los más fieles.

En 1860 la prensa madrileña señalaba que por cada taberna que se cerraba se abrían dos nuevos cafés. Por estos años comenzaron a surgir los llamados cafés teatros y los "café chantant". La mayoría de ellos se ubicaron en torno de la Puerta del Sol. Muchos de ellos han sido protagonistas de la historia de Madrid y sus mesas han sido testigo de las más famosas discusiones o de los más creativos discursos pronunciados por los más famosos contertulios del momento.



El auge de los cafés de Madrid coincide con la apertura de la nueva reforma de la Puerta del Sol, estableciéndose en su entorno nuevos locales. La burguesía madrileña de la "restauración" ocupa sus mesas junto a los jóvenes recién llegados de provincias, dispuestos a triunfar en Madrid. El café se convierte en territorio de ocio, en punto de encuentro y lugar de estancia donde pasar las horas.

En agosto de 1881 dos cafés madrileños introducen la luz eléctrica por primera vez. Son el elegante Fornos y el Madrid, en la calle Alcalá, en la acera de los impares, según se salía de Sol, donde germinó la generación del ’98.El Café de Fornos situado en la esquina entre Alcalá y Peligros, fue fundado por un sirviente del Marqués de Salamanca. Aquí Vital Aza reunía en torno suyo a un grupo de contertulios. Frecuentado por políticos, literatos y artistas cerró sus puertas en 1908. Su composición según nos la describe A. Bonet: "contaba con elegantes gabinetes reservados y salas que como acordeones se ampliaban para banquetes. Era un local solemne, patricio y serio, de cocina y tono europeizantes. Decorado con pinturas de Sala, Gomar y Plasencia entre otros, tenía muebles de caoba y sus muros estaban cubiertos por grandes espejos".



Uno de los cafés más famosos de esta época fue La Montaña, con su famosa tertulia, a la que acudían entre otros Martínez Sierra, el editor Ruiz Castillo, el cronista Manuel Bueno y el inefable Valle Inclán. La fama de este local le viene, en parte, por la discusión sostenida entre Valle y Bueno y que acabó pasando a las manos. Bueno le propinó un golpe con su bastón a Valle en su brazo izquierdo, clavándole en la muñeca el gemelo de la camisa. A los pocos días la herida se gangrena y hubo que amputarle el brazo.

Entre los nuevos locales destaca también El Colonial, elegante café de vida nocturna y bohemia, centro y punto de encuentro de artistas, con abundante clientela cuando cerraban los teatros. Igualmente famoso fue el Universal, en la mismísima Puerta del Sol, donde solía ir a la hora del vermouth don Antonio Machado, acompañado del poeta Alejandro Sawa, a tomar el consabido aperitivo.



Café popular donde los haya fue el de San Millán en la calle Toledo, siempre lleno a rebosar de ganaderos, arrieros, y todo un público de blusa y alpargata.

Las imágenes que acompañan esta entrada pertenecen al Café de Fornos, en la C/ Alcalá Esq. C/ Peligros; las dos primeras, las 3 siguientes son del Café Suizo en la C/ Alcalá Esq. con C/ Sevilla, la siguiente pertenece a la hemeroteca de ABC, no esta identificado pero se trata de un café con billar de la época. Las siguientes fotografías son del Café Oriental, en Sol Esq. Preciados, le sigue otra del Café de la Montaña y las dos ultimas del Café La fontana de Oro, situado en la C/ de la Victoria Esq. a la Carrera de San Jerónimo, este local sigue en pie pero actualmente ocupado por una cervecería irlandesa, aunque todavía conserva algunos elementos del local original.

5 comentarios:

  1. Mi abuelo desayunaba en El Suizo a diario. Murió antes de que yo naciera, pero mi abuela nos lo contaba, añadiendo aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor. Claro, que yo llevo pensando eso mismo desde que leí lo del cierre de la tienda de Sybilla. Sigua habiendo un Cafe Suizo (o SUiza, no lo recuerdo nien) en la calle de la Cruz, justo al lado de donde estaba el original.

    Reconozco que soy más de bar que de café, quizá porque soy más de salado que de dulce. Pero que me pongan unos buenos picatostes que doy buena cuenta. Aunque el chocolate a la taza madrileño no me gusta, demasiado poco chocolate y demasiada harina. LA espesura no lo es todo...

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  2. Ardilla,tendemos a recordar lo bueno y olvidar lo malo, por eso muchas veces el pasado nos parece mejor, y como el presente y seguramente el futuro, tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas tambien.

    El auge de los cafes se produjo con las tertulias, ya que muchos artistas y literatos no tenian posibles y se pasaban el dia en el cafe, escribiendo y de tertulia y malviviendo con invitaciones y pequeños sablazos.Hace algunos años el cafe dejo de ser tan buen negocio y cambiaron las modas, las cafeterias se quedaron para las meriendas de señoras y la gente joven no acudia por lo que cerraron muchas. Hace ya algun tiempo y gracias a incorporar algunas novedades y nuevos servicios (degustacion de cafes y dulces, prensa diaria, internet, comidas ligeras) parece que vuelven a resurgir locales dedicados al cafe y algo más ( Starbuks, Valdes Cafe, Faborit, etc.), amen de otros locales altyernativos que van apareciendo como los cafes-libreria ( La buena vida, El bandido doblemente armado...), los video-cafes ( Diurno) y algunos otros que estan abriendo en zonas en recuperacion tipo Triangulo Ballesta.

    La cafeteria de la calle de La Cruz es La suiza y, no sabemos ahora quien sera su propietario, pero fue abierta en los 90 por el mismo propietario de la Pasteleria La Suiza de la cercana Plaza de Santa Ana (que se llamaba Francisco y sus conocidos apodaban Paquito el Chocolatero).

    A nosotros tanto nos da salado que dulce, y el chocolate como todo depende de los sitios, el azteca de Cacao Sampaka no esta nada mal...

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  3. Aunque lo leo tarde, deciros que el repaso que le habéis dado a los cafés madrileños ha estado genial.
    Tampoco soy muy cafetera, y suelo ir a Starbucks, cómo alguna vez he comentado ya, pero me encanta el ambiente de los pocos cafés de antaño que aún quedan en Madrid.

    Probablemente si los tertulianos de la época vieran el nuevo concepto de cafés que se extiende por el mundo, con gente conectada a internet que no interactua más allá de su teclado, se quedarían haorrorizados.
    Saludos,

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  4. mcarmen, nos alegra que te guste, es solo el primero, continuara...
    No se si se quedarian tan horrorizados, muchos eran hombres de su epoca y progresistas, Internet seria una nueva herramienta y les daria mas de un tema de discusion o motivo de inspiracion.

    Lo bueno para nosotros es que convivan los dos tipos de cafes: los de ir a charlar con los amigos o a tomarte un cafe tranquilo y leer un rato y los de ir solo a aislarte en tu mundo virtual o a pillarte un cafe rapido para llevar.

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  5. Mis padres actuaban en el Café Universal, un café concert situado en el Nº 14 de la Puerta del Sol. En la fachada del edificio se recuerda con una Placa del Plan memoria de Madrid, A mi madre Olga Ramos y al propio Gran Café Universal.
    Le felicito por el recuerdo a aquellos lugares.

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