Inmediatez




Hoy día vivimos en un sociedad en la que nos han inculcado el valor de lo inmediato, en casi todo los sentidos. Ya no se encuentra valor en lo trabajado y elaborado durante tiempo, queremos las cosas y las queremos ya.

A lo largo de los últimos años hemos cambiado nuestra forma de adquirir productos, hace años cuando queríamos cualquier tipo de mercancía la encargábamos y al cabo de un tiempo prudencial la teníamos, esto poco a poco ha ido cambiando, tanto es así que si ahora no lo tenemos de inmediato, psicológicamente nos frustra.



Cuando en una entrada anterior hablábamos de Hermes citábamos su famoso bolso “Birkin”, para el que hay una lista de espera de años para conseguirlo, y decíamos que eso era un verdadero lujo, pues se ha producido un cambio de mentalidad en los clientes debido a la inmediatez en el mundo del retail y la gran mayoría del publico no esta dispuesta a esperar.



En sectores donde hay que encargar algo para conseguirlo en un tiempo mas o menos razonable como es el caso del mobiliario, la automoción, sastrería, etc. nos encontramos con la irrupción con aplastante éxito de compañías que nos ofrecen sus productos de inmediato, te los puedes lleva al momento, sin esperas, el ejemplo mas conocido es sin duda la multinacional sueca del mueble Ikea, de cuyos establecimientos te puedes llevar inmediatamente todo el mobiliario y enseres necesarios para una casa sin tener que esperar la media de 3 a 4 semanas de la mayoría de tiendas de mobiliario. Aunque tenga ciertos inconvenientes como la calidad o el montaje, a veces, no nos engañemos, no es por lo barato ni por lo bonito, es la inmediatez la que nos hace decidirnos por un producto en vez de otro, si… pero este me lo puedo llevar ya.



Hace unos años surgieron varias cadenas de franquicia de camisería a medida, y no llegaron a cuajar entre el gran publico entre otras cosas por la poca inmediatez del suministro, aunque la espera era de unos pocos días, y porque si te equivocas en la elección no era posible la devolución.

A veces cuando hay cola en una tienda o hay que esperar mucho, optamos por marcharnos sin la mercancía, nos marchamos a otro establecimiento que nos ofrezca algo similar pero sin tener que esperar o nos planteamos volver otro día, aunque frecuentemente alfinal esto no se produzca.



Como dice el artículo que nos ha inspirado esta entrada, somos “la generación Nespresso” y lo queremos todo instantáneo. Antes preparar un café era todo un ritual: había que cargar la cafetera, ponerla en el fuego y esperar a que subiera, … Hoy ponemos una capsula en la maquina y obtenemos en cuestión de segundos un café instantáneo. Esto se ha trasladado a todos los ámbitos, desde la cocina hasta nuestra vida personal.

La cultura de la impaciencia se empezó a gestar con la revolución industrial y ha llegado a su cenit en esta última década. Con las nuevas tecnologías nos hemos encontrado con resultados inmediatos: localizamos a las personas inmediatamente, enviamos información a cualquier parte del mundo al momento, obtenemos información sobre un determinado tema inmediatamente. No hay que esforzarse demasiado para conseguir resultados.



Antiguamente la paciencia y la lentitud necesarias para comprar en negocios que hemos comentado al principio de la entrada eran virtudes necesarias, para hacer cosas o adquirir bienes importantes había que esperar y la paciencia era una virtud que se veía recompensada cuando llegaba el producto esperado.

Según los expertos detrás de todo esto se oculta un problema de ansiedad generalizada, corremos sin cesar porque no sabemos adonde vamos ni que queremos hacer con nuestra vida.



Hoy en día esperar es casi un acto heroico cuando la conducta mas frecuente ante el fracaso es el abandono a la primera de cambio. Solo en la medida en que nos reconciliemos con la duración propia de cada cosa podremos obtener de ella el máximo beneficio.

Nos pone el ejemplo de las películas denominadas “arte y ensayo” contra la velocidad que impone el cine comercial (en el sector de la literatura con los best- sellers ocurre lo mismo) y nos invitan a revisar películas europeas de los años 60 y 70 o el cine oriental para educarnos en un ritmo mas calmado y reflexivo.



Según este articulo parece que esta crisis económica por la que atravesamos va a volver a poner ciertas cosas en su sitio y nos va a obligar a un ritmo mas pausado y natural, con un consumo basado en productos locales, pues el combustibles para trasladar las mercancías va a ser tan caro que va a encarecer mucho el producto. Por otro lado nos pensaremos el traslado en avión pues los precios de los pasajes tienen que subir mucho, casi una vuelta a hace años, donde viajaban los adinerados o cuando había una gran necesidad, si no, se utilizaban otros medios mas económicos.

Todo esto va a hacer que fabriquemos más cerca, lo que era exótico va a volver a ser exótico y caro, nos tendremos que reacostumbrar a una cultura más local y artesanal. (La verdad es que nosotros dudamos de este retroceso de la globalización aunque el argumento que se da en el artículo parece sólido)



Si se cumplen estos pronósticos nos aguarda un mundo más lento y pequeño, menos coche y mas caminar, comprar y trabajar mas cerca de casa y el barrio donde vivimos recuperará la importancia de antaño.

El fin de lo frívolo y lo inmediato va a tener gran repercusión en la psicología de la sociedad. Según el periodista David Barba nuestra sociedad de la opulencia siente como ninguna otra la idea de escasez, el preconcepto de que no hay suficiente para todos, y por tanto no es posible compartir el bienestar con los recién llegados o con los elementos no productivos. (Concepto de individualismo que comentamos que preconizaba Ayn Rand, tan de moda en Estados Unidos en este momento por los detractores de la nueva ley sanitaria de ese país y de la que hablamos en nuestra entrada El Manantial) .



La buena noticia es que cuando pase la crisis, seremos capaces de ver nuestras verdaderas prioridades, todo lo esencial que nos había pasado de largo en nuestra agotadora carrera hacia ninguna parte.

Las imagenes que ilustran esta entrada corresponden al showroom que las firma de iluminación Flos y de mobiliario Moroso tienen conjuntamente en Londres diseñado por Patricia Urquiola.

2 comentarios:

  1. Supongo que nuestra prisas y poca paciencia son también producto de no valorar el esfuerzo que cuesta conseguir las cosas, porque lo hemos tenido mucho más fácil que otras generaciones.
    No tengo tan claro que la crisis coloque cosas cómo esta en su lugar, aunque puedo estar equivocada, claro. Yo creo más bien que no hay vuelta atrás.
    Saludos,

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  2. mcarmen, creemos que no se trata de volver atras, eso no (como decia la famosa frase "un paso atras ni para tomar carrerilla"), sino de pararse un poco y reflexionar, de no ir a matacaballo, a lo loco, de no ir corriendo sin saber a donde.

    Nosotros tampoco creemos que el futuro sea tan recesivo, pero nos hace que pensar.

    Un saludo

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