Hacia un Mundo Basura II


Continuamos hoy con la segunda parte del resumen del artículo de José Luis Pardo a raíz de su libro "Nunca fue tan hermosa la basura" que empezamos a comentar en nuestra anterior entrada.

En la primera parte comentábamos como la sociedad capitalista esta basada en el consumo, éste cuando se produce desaforadamente, produce una gran cantidad de basuras que nos desborda y no disponemos de sitios físicos donde seguir acumulándolas.


Como surge la idea de ¿y si lo que llamamos basura no lo fuera en realidad? Entonces no tendríamos que preocuparnos porque nos devorase, no nos sentiríamos asfixiados por los desperdicios si dejásemos de experimentarlos como desperdicios y los viviéramos como un nuevo paisaje urbano que podríamos denominar “no lugar”.

En estos no-lugares surgen no- restaurantes no- hoteles que no guardan las características tradicionales de estos lugares, Centros comerciales que tienen no tiendas y venden por ejemplo no-muebles para las no-casas.


Hubo un tiempo, en efecto, en el cual los restaurantes-basura o los libros-basura eran subproductos destinados a las masas incultas, dóciles y amedrentadas. Ahora, no.
Ahora tenemos restaurantes-basura de lujo, libros-basura de lujo, y quien no viva en una casa-basura o padezca alguna enfermedad-basura perderá rápidamente su crédito social y transmitirá una depauperada y deprimente imagen de “clase baja” y de “retraso social”. Si no puedes vencer en tu lucha contra la basura, únete a ella.

El dolor que se acumula en esa multitud, sin embargo, sencillamente no puede expresarse como tal, amenaza a todos aquellos que publiquen su malestar con el estigma de la inadaptación, del atraso y del conservadurismo: Ellos son la verdadera basura de nuestro tiempo, la que no puede reciclarse.



De esta manera se ha conseguido a la vez mantener la situación moderna (la “inmensa acumulación de basuras”) y reeditar la utopía no menos moderna de un mundo sin basuras, que ahora ha de entenderse como un mundo en permanente reciclaje y sin pérdidas y, por lo tanto, de un mundo en el cual todo (y todos) llega inmediatamente a su destino y adquiere inmediatamente uno nuevo.

No se puede decir de manera más clara: allí donde nada es basura, todo lo es. Nuestra civilización será la primera del mundo que no deje tras de sí esa clase especial de basura histórica que son las ruinas. La ciudad genérica (la ciudad-basura) no deja ruinas porque, cuando un edificio entra en estado de obsolescencia, se puede reconfigurar enteramente para un nuevo uso, del mismo modo que una empresa (si quiere ser una genuina empresa-basura) debe poder someterse en cualquier momento a un proceso de re-engineering y que la mano de obra debe permanecer en un estado de longlife education. Richard Sennett lo ha explicado aún mejor: «La estandarización del entorno deriva de la economía de lo efímero, y la estandarización produce indiferencia. Quizá pueda aclarar esta tesis mediante una experiencia personal. Hace unos pocos años, llevé a un directivo de una gran empresa de la nueva economía emergente, que buscaba oficinas para instalarse, a visitar el Chanin Building de Nueva York, un palacio art-deco con despachos muy elaborados y espléndidos espacios públicos. "No se adapta a lo que buscamos", dijo el directivo, “la gente podría sentirse demasiado apegada a sus despachos y llegar a pensar que pertenece a este lugar”.



La oficina flexible no está pensada para ser un lugar de permanencia. La arquitectura de las oficinas de las empresas flexibles requiere un entorno físico que pueda ser rápidamente reconfigurado, en último extremo, la oficina se reduce al terminal de un ordenador.

La neutralidad de los nuevos edificios deriva también de su carácter de elementos de inversión en el mercado global; para que alguien pueda comprar o vender fácilmente desde Manila cien mil metros cuadrados de espacio de oficinas en Londres, es preciso que el espacio tenga la uniformidad y la transparencia del dinero. Esta es la razón de que los elementos estilísticos de los edificios de la nueva economía se hayan convertido progresivamente más neutrales y más susceptible de una reconfiguración instantánea.



En rigor, el proceso por el cual algo se convierte en basura puede ser descrito como un proceso de descualificación: las cosas se vuelven basura cuando su servicio hace que pierdan las propiedades que las califican y se convierten únicamente en esa "cosidad" fluida y sin cualidades que se acumula en los vertederos y cuya regeneración pasa por lograr que vuelva a adquirir las propiedades perdidas, que recupere su cualidad y su calidad. Como es imposible reciclar al ritmo que se desperdicia, la única manera de mantener el tipo es que las cosas carezcan originalmente de propiedades o sea, que sean de antemano reciclables y, por tanto, pertenecientes a la "cosidad" fluida y descualificada, cosa de vertedero y material de escombrera. Y, al contrario, son las cosas cualificadas, como el Chanin Building, las que resultan desesperadamente obsoletas por irreciclables, las que se convierten en basura en el sentido peyorativo y "sucio" de la expresión, de mal gusto y pasadas de moda, las que, por tener entidad en sí mismas, se resisten a la reformulación y la recualificación.



Es preciso, pues, que la producción sea ya en su origen, no producción de mercancías, sino producción de basura, producción de reciclables, apta para recibir cualidades que sólo pueden ser cualidades-basura, inmediatamente reciclables y reformulables, transformables en cualesquiera. Y es preciso, igualmente, que este proceso no afecte únicamente a la objetividad sino también a la subjetividad, tanto más cuando las cosas modernas por excelencia son aquellas cuya objetividad - cuyo “valor”- procede de la “subjetividad”.

«La indiferencia respecto del trabajo determinado corresponde a una forma de sociedad en la cual los individuos pueden pasar con facilidad de un trabajo a otro y en la cual el género determinado del trabajo es fortuito y, por consiguiente, les es indiferente», así decía Marx. Y le parecía un gran progreso como virtud moral se desarrolló como la más perversa pedagogía para obreros». Es decir, la exaltación del trabajo sin determinación de contenido es en sí misma la exaltación del trabajo-basura. Esto es lo mismo que hoy sucede con la exaltación del "conocimiento" en fórmulas como la recurrente "sociedad del conocimiento", surgida sin duda de las nuevas necesidades de mano de obra .



Si la descualificación del trabajo se consideró como un progreso, ¿cómo no ha de ser un progreso la indiferencia respecto de todo conocimiento determinado que corresponde a una sociedad en la cual los individuos pueden pasar con facilidad de un conocimiento a otro y en la que el género determinado de conocimiento es fortuito y, por consiguiente, les es indiferente? De modo que, contra toda apariencia, "sociedad del conocimiento" no significa nada parecido a "sociedad de la ciencia".



Sucede, en fin, que la época en la cual la subjetividad se ha vuelto más inestable, elástica, flexible y modulable, es también la era en la cual la identidad se ha convertido en la más tiránica y rígida de las exigencias individuales, en el más grave de los problemas políticos. Y es como si cada enclave edificado en las calles debiera ser, al mismo tiempo, una seña de identidad inconfundible y un espacio infinitamente remodelable, es decir, una zona cero.

Nunca fuen tan hermosa la basura - Jose Luis Pardo - Ed Galaxia - Gutemberg

Las imagenes que ilustran esta entrada pertenecen a otra mas de las Pop Up Stores que van proliferando por todo el mundo ( tambien podriamos llamarlas "no- tiendas") esta vez de Dr. Marten´s en Spitalfields Market en Londres diseñada por Campaign.

3 comentarios:

  1. Pues yo me mudaba al edificio Chanin pero ya. De lo mejorcito.

    Y muy chula la pop-up store de Dr. Martens.

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  2. Pues a mi la oficina a la que tendemos, en la que llegas con tu portatil y te conectas al primer enchufe disponible, no acaba de convencerme. Nunca he sido de tener mi mesa cómo una extensión de mi casa ;-) pero tanta impersonalización no me va.
    Yo también voto por el Chanin Building, cuándo nos mudamos? ;-)
    Saludos,

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  3. Ardilla, mcarmen, hay un termino medio para todo. Como bien dice mcarmen no se trata de poner los tapetes de ganchillo de tu abuela y una mesa camilla en el despacho, pero esta claro que incluso en esos cubiculos de trabajo que hay en algunas oficinas necesitamos personalizarlos un poco, dar muestra de nuestra individualidad para no sentirnos cosificados.

    Lo del ordenador llevado de casa y conectado a donde este libre tampoco no convence para nada.

    Y sí, mejor el chaning, donde va a parar...

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