La Traviesa de Conde Duque




Que la difícil situación actual está provocando cambios en todos los sectores y profesiones es algo que ya nadie pone en duda. Entre otras cosas esta obligando a que todos los profesionales nos replanteemos nuestra actividad tal como hasta ahora la hemos venido desarrollando, cuando no a plantearnos nuevas alternativas que la complementen o, directamente, a reinventarnos.



Una de las profesiones donde se hace más palpable es la de arquitecto. Hemos pasado de un periodo de máxima actividad, donde abundaban los encargos, proyectos obras, etc. de todo tipo, ya fueran públicas o privadas, a una época de auténtica sequía, tanto en el sector público, donde se impone la austeridad, como en el privado donde reinan el miedo y la incertidumbre. Esa falta de medios económicos por un lado ha paralizado obras y proyectos ya en curso, y por otro ha encerrado en los cajones para mucho tiempo futuras iniciativas. La incógnita de lo que va a ocurrir hace que quienes si disponen de capital se piensen muy mucho la forma en que gastarlo o invertirlo. Esta situación está llevándonos a muchos profesionales por diferentes caminos, y hoy os mostramos un ejemplo cercano: “La Traviesa de Conde Duque”.



Hace un tiempo, en 2011, dos arquitectos, Adolfo Blanco Osborne y Elisa Fernández Ramos transformaron una antigua imprenta situada en un edifico de principios del s. XX en el estudio y hogar de la segunda. Contaban con tan solo los 30 m y dos alturas que ocupaba el antiguo taller de la zona de Conde Duque, por lo que aprovechar bien el espacio era prioritario, y para Elisa respetar el espíritu del espacio también.



“Me planteé la reforma casi como un trabajo arqueológico. Tuve especial mimo en el tratamiento de todas las maderas antiguas que prácticamente no se veían debajo de capas de tinta y vertidos. Incluso quise mantener el tono añejo de las paredes después de lavarlas, tratarlas y restaurarlas. Los suelos hidráulicos estaban distorsionados por las huelas de morteros que fui extrayendo con cuidado tratando de no romper ninguna baldosa”.



En la planta baja una única estancia a la vez salón y zona de trabajo. Arriba un pequeño dormitorio. Así era la traviesa de Conde duque, la casa- estudio de Elisa desde donde desarrollaba proyectos para viviendas y reformas.

Hoy las circunstancias obligan, y ahora esa etapa hogareña ha quedado atrás, dejando paso a un nuevo concepto, el ‘arquibar’: un café-bar en el interior de un estudio de arquitectura.


Ahora La Traviesa de Conde Duque, sigue siendo el lugar de trabajo de la arquitecta Elisa Fernández junto a su colega Ana Cabellos, pero en la planta baja han montado un coqueto salón en el que, cada tarde, ofrecen a vecinos y amigos del buen café (servido en tazas vintage de porcelana y loza), productos caseros como las tartas, ensaladas, quiches y sobre todo, los roscones (dulces o salados con rellenos de todo tipo), vinos escogidos y cócteles elaborados con ginebra gallega. Y como banda sonora de fondo música de los años 20 y 30.


Así que ahora estas dos profesionales dividen su tiempo entre los trabajos de arquitectura y diseño, a los que dedican las mañanas, y la atención al público que visita el ‘arquibar’ por las tardes y los fines de semana.


En el peor de los casos quizá tengamos nosotros que hacer algo parecido, así que si hay algún interesado en poner cafés y copas mientras nosotros trabajamos podemos habilitar el espacio para ello. En los tiempos que corren hay que sobrevivir como sea.

La traviesa de Conde Duque se encuentra en Travesia de Conde Duque 5 Madrid 

Las imágenes que acompañan esta entrada pertenecen a las dos etapas de “La Traviesa de Conde Duque”. Las fotos de la vivienda se publicaron en el número de enero de 2011 de la revista AD cuando se creó un escenario ex profeso para el reportaje, aprovechando el espacio existente.

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