El establecimiento al que dedicamos la entrada de hoy bien podría encajar en alguna de nuestras series como Mirando atrás, Comercios con Historia..., pues requisitos para ello no le faltan. Y es que hoy os hablamos de la que se considera con toda probabilidad la tienda mas antigua de ultramarinos de España: Ultramarinos La Confianza en la plaza de Luis López Allué, 8 de Huesca
El establecimiento fue abierto en 1871 por un comerciante de origen francés Hilario Vallier. En un primer momento este elegante local se destinó a mercería y sedería y en él se vendían delicados productos entre los que se contaban finos encajes, porcelanas y abalorios. En pocos años se amplió con la venta de lujosos productos de importación, venidos de ultramar, aromáticos cafés y chocolates, licores franceses o alimentos ahumados.
Ya desde el exterior llaman la atención la creatividad de sus escaparates, y como no su fachada, antesala de la riqueza de su interior, donde además del mobiliario típico y original de la época llama la atención la decoración que por encargo del primer propietario el pintor oscense León Abadías realizo en 1871.
Este artista decoro los techos del local con unas curiosas composiciones que son alegorías al comercio internacional y los sofisticados productos que se vendían en el establecimiento. Todo ello dentro de las tendencias románticas de la época.
Así en el centro nos encontramos con Mercurio, dios romano del comercio, que sobrevuela un paisaje donde se ve un tren de mercancías cargado de fardos así como otras alusiones al progreso del comercio y los intercambios de mercancías gracias a los modernos medios de comunicación.
En la zona de la derecha un bodegón con botellas, de exquisitos licores, bomboneras, porcelanas y caprichosos juguetes miniaturas como un carrito tirado por un caballo. Y en la izquierda otro bodegón, aquí con muñeca, composición formada por productos a la venta en el local como champagne francés, cajitas de confitura, perfumes, jabones, abanicos, una cajita de música... y elementos relacionados con el profundo carácter religioso de la sociedad de la época: la imagen de algún santo y un rosario.
En los extremos se pueden admirar escudos enlazados de naciones europeas: Francia enlazado con España. Reino Unido enlazado con Alemania, donde la incipiente industrialización suponía el triunfo y el desarrollo y crecimiento económico. Una anticipada visión de la importancia de la Unión Europea para el progreso y desarrollo comercial.
El conjunto se completa con motivos decorativos tales como cintas, hojas de hiedra y bouquets de flores junto a otros curiosos objetos que se han relacionado con la masonería: instrumentos de medición, peine, cuchilla de afeitar.
Tras pasar por distintas manos en la primera mitad del siglo XX, el comercio es adquirido en los años de posguerra por los antecesores de los actuales propietarios: la familia Villacampa-Sanvicente que ha sabido respetar y poner en valor la importancia de tan histórico local para la ciudad.
Tanto es así que su fama trasciende y ha sido así reconocida por prestigiosas publicaciones comerciales y turísticas incluido el internacional Herard Tribune, que reconoció las peculiaridades del establecimiento en un reciente artículo.
Y lo mismo le ocurre a su actual propietaria, María Jesús Villacampa, una mujer que aunque regenta un negocio que según sus propias palabras “es algo familiar; una tienda de toda la vida" denota una profunda y arraigada cultura empresarial como demuestra el haber recibido en Francia el premio a la mujer emprendedora de Europa 2011 por su asombroso ultramarinos.
Desde sus inicios la vocación de este comercio ha sido la de ofrecer productos de alta calidad adaptándose a las situaciones del mercado y aun hoy, como ellos mismos dicen, “sus esfuerzos se dirigen a facilitar a nuestros clientes la adquisición de aquellos productos especializados que han asegurado nuestro prestigio a lo largo de más de un siglo y que se han convertido en la "etiqueta" del establecimiento”. Entre ellos destacan el bacalao en salazón procedente de los mejores caladeros, las legumbres de las mas variadas y reconocidas procedencias, las especias puras y aromáticas necesarias para llevar a cabo la elaboración de productos artesanos a partir de la "matacía del cerdo", el chocolate de elaboración artesanal y un extenso abanico de productos de Aragón con la "C" de Calidad y denominación de origen.
Pero en este peculiar establecimiento no solo pueden comprarse buenos alimentos, también en su cueva organizan eventos y se puede comer algo si se reserva. Porque la bodega, que ocupa los bajos del establecimiento sirve lugar de reunión y encuentro. Se trata de un pintoresco espacio con dos largas naves abovedadas y divididas por gruesos pilares. Su construcción a base de piedra arenisca y ladrillo a la vez que le aporta un carácter rústico de austera belleza la convierte en una cava perfecta para la correcta conservación y almacenaje de los mejores caldos de la tierra que aquí se exponen. Así en la bodega de "La Confianza" se pueden encontrar una gran variedad de vinos del Somontano, pero también Riojas, Riberas... además de exquisitos licores elaborados artesanalmente en los pueblos del Pirineo y una selección de cavas nacionales y champagnes franceses.
Reconocimientos al margen "Ultramarinos la Confianza" es por méritos propios no solo uno de los encantos turísticos imprescindibles de la ciudad sino que forma parte del patrimonio histórico comercial de la humanidad que deberíamos proteger.
Cuando, como en muchas ocasiones anteriores, hablamos de la supervivencia del pequeño comercio a través de la especialización y la diferenciación, de la atención personalizada y del difícil equilibrio entre mantener las tradiciones y actualizarse estamos hablando de esto. No podríamos encontrar quizá mejor ejemplo que este pequeño ultramarinos de una discreta ciudad de provincias, que incluso dispone de pagina Web y Facebook.
Las comparaciones son odiosas, pero no podemos evitarlo ¿alguien podría explicarnos por que una camisería como Hernando, de la que también hablábamos hace pocos dias, cargada igualmente de historia y tradición, con una instalación original, situada en una de las principales calles de una capital europea, no puede conseguir lo mismo? ¿tendrá quizá también algo que ver con el “espíritu” , ese del que también hablábamos hace poco en otra entrada, de sus propietarios?
Ahí lo dejamos, pero quizá no son solo la crisis, las nuevas modas, los centros comerciales, etc. los que están acabando con el pequeño comercio y los comercios tradicionales.
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