Cuando hemos repasado en diferentes entradas la arquitectura de Madrid que se ha realizado durante el pasado siglo XX, nos encontramos con una figura que aparece en repetidas ocasiones, Luis Gutierrez Soto. Acumula controversia, calificativos elogiosos junto a significativos silencios.
Natural de Madrid, se licenció en 1923 y es uno de los arquitectos más prolíficos del siglo XX. Su versatilidad en la adaptación al medio, la dependencia profesional casi exclusiva con la oligarquía franquista, comandante del Ejército del Aire, veterano de la Guerra Civil, presidente del Consejo Superior y de la Hermandad de Arquitectos y procurador en Cortes en representación del Colegio de Arquitectos de Madrid, junto a una larga trayectoria con más de 650 proyectos, son argumentos de peso para valorar su trabajo.
Es uno de los principales representantes del racionalismo en España, trabajando principalmente en Madrid. Formaba parte de la denominada Generación del 25, englobada dentro del denominado Movimiento Moderno.
Su dilatada trayectoria profesional refleja como pocas los cambios que se fueron produciendo en la arquitectura española; practicó un estilo particular, no se vinculó oficialmente a ninguna corriente de vanguardia y, sin embargo, experimentó las novedades técnicas y el empleo de nuevos materiales que iban apareciendo. Así, fue evolucionando desde los presupuestos de la arquitectura tradicional hacia los nuevos postulados funcionalistas, racionalistas y expresionistas, propios de la arquitectura moderna que hacía furor en la Europa de las décadas de 1920 y 1930, y en el GATEPAC, «Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea».
De esta época son su edificio para la Compañía Arrendataria de Tabacos (1925); el Cine Callao de la Gran Vía (1926-1927); el Cine Europa de la calle de Bravo Murillo (1928-1929); el primer Aeropuerto de Barajas (1929-1931); el Cine Barceló en su calle homónima (1930-1931) - la desaparecida Piscina la Isla en el Río Manzanares (1931); el diseño del Bar Chicote de la Gran Vía (1931); entre otras.
Todas estas obras fueron realizadas con soluciones modernistas como el estilo barco para modelar el hormigón, las rotondas para los edificios en esquina, y, sobretodo, las terrazas jardín en los edificios de viviendas para hacerlas más funcionales, higiénicas y cómodas.
Con el estallido de la Guerra Civil (1936-1939), Gutiérrez Soto se trasladó con su familia a Torrelodones y luego se refugió en la embajada de Méjico. En 1937 decidió alistarse en el ejército del aire del bando nacional y se trasladó a Málaga. En esta ciudad construiría el Mercado de Mayoristas (1937-1942).
Acabada la guerra, su estilo se vinculó a la arquitectura nacionalista y neoherreriana de la posguerra. Sus obras van a tener cierta voluntad modernista pero se van a adaptar a los postulados políticos del momento, y, sobretodo, a la coyuntura económica.
Coincidiendo ideológicamente con Domínguez Salazar, con el que colaboró en alguna ocasión, fue partidario de una arquitectura española moderna basada en la tradición y llegó a tildar la arquitectura moderna como apátrida. Lo que se pretendía era devolverle a España y a Madrid su gloriosa imagen imperial, razón por la que se va a poner en marcha un cambio de estética en la cornisa del Manzanares, con nuevas construcciones neoherrerianas, villanovianas y tradicionales.
Las aportaciones de Gutiérrez Soto a este cambio estético fueron la construcción del Ministerio del Aire (1940-1951) y el diseño de la plaza de la Moncloa, originariamente llamada de los Mártires de Madrid. También realizó algunas reformas importantes como la llevada a cabo en el antiguo palacio del Marqués de Salamanca (1945), construyó el cine Narváez en su calle homónima (1940) y un edificio de viviendas en la calle Doctor Marañón (1940-1944).
A raíz de la celebración del Congreso Panamericano de Lima de 1948, Gutiérrez Soto pudo comprobar como la arquitectura española se había quedado anclada en el pasado. A partir de este momento desempolvo sus antecedentes modernistas y se esforzó en actualizar sus trabajos. De esta nueva etapa son sus Oficinas del Alto Estado Mayor en el Paseo de la Castellana (1949-1953); el Hotel Richmond en la plaza de la República Argentina (1953-1954); las Casas del Patronato del Aire en la plaza de Moncloa (1964), y el edificio de la Unión y el Fénix en el Paseo de la Castellana, 37 (1965-1971), entre otros.
Este arquitecto tan prolífico, que ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1956, también realizó los proyectos para los cines Amaya y Rex, construyó los edificios Zurich en la calle Sevilla y Comodore en la plaza de la República Argentina, y levantó la iglesia de las Carmelitas en la calle de Ayala.
Fuera de Madrid ha dejado muestras de su talento en Córdoba (Cine Pathé o Góngora, 1929-1932), en Barcelona (edificio Fábregas, 1935-1944), en Palma de Mallorca (palacio Juan March, 1940-1945; Hotel Victoria, 1953; y Hotel Fénix, 1957), en Vigo (cine Fraga, 1942-1948), entre otras.
Las imagenes que ilustran esta entrada corresponden al Aeropuerto Madrid- Barajas en 1930, que hoy nos parece anecdotico por su arquitectura y reducidas dimensiones.
Cuesta imaginar que este precioso edificio fuera un antecesor de la actual T4.
ResponderEliminarMás que para "uso aéreo" parece diseñado para ser la sede de un club naútico.
Saludos,
mcarmen, si, hoy nos parece mentira que ese conglomerado de edificios, que casi cosntituyen una ciudad, en que se ha covertido Barajas tuviera su origen en ese "chalecito" y no han pasado ni 100 años! te imaginas lo que nos deparan los proximos 80 años al ritmo que van las cosas?
ResponderEliminarTanto ese edificio como otras de sus obras tienen ese aire maritimo, en la entrada ya se habla del "estilo barco para modelar el hormigón" como una de las soluciones modernistas adoptadas por este arquitecto.
La verdad es que es facil extrapolarlo e imaginarselo a la orilla del mar en lugar de en la meseta castellana.
A mí me gusta mucho Gutiérrez Soto, ya lo sabéis, en especial su obra racionalista, que es de primera línea. Algún día alguien debería hacer paseos turísticos por la arquitectura racionalista de Madrid, que es de primera (y mejor que la de Tel Aviv, que conozco bien, y que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad). No sé si conocéis el edificio del Ejército del Aire por dentro, es espléndido. El problema es que ese edificio (y su vinculación política al régimen) lo sigue haciendo indeseable a los ojos de muchos. Yo creo que el personaje principal del último libro de Muñoz Molina, que es un rollo, está basado en parte en él. Por cierto, soy súperfans del edificio de la Unión y el Fénix, a pesar de la carpintería dorada.
ResponderEliminarSquirrel, estamos de acuerdo como dices en que gran parte de la obra de Gutierrez Soto es estupenda,cines, viviendas, etc.
ResponderEliminarEl edifico del ministerio del aire no nos entusiasma, es algo asi como un Escorial tardio, aunque no lo conocemos por dentro, si tal como dicen G. Soto era un maestro distribuyendo espacios, seguramente sera correcto y funcional, pero el exterior esteticamente está para nosotros totalmente fuera de epoca (de la epoca que le corresponderia, no de la que atravesabamos en este pais en ese momento). No es por la vinculacion politica, es que de todas maneras parece de otra epoca.
El edificio de la Union y el Fenix nos parece correcto, no es un alarde de originalidad, pero precisamente por eso aguanta bastante bien el paso del tiempo. en cuanto a los dorados, ya sabes , todo pasa y todo vuelve...
Un poco tarde para añadir un comentario a esta entrada, pero... Gutierrez Soto también construyó dos casas en la Urb. Guadalmina de Marbella y otra en Torremolinos. El historiador marbellí Paco Moreno ha publicado en un blog un artículo sobre estos edificios. Como siempre, me encanta leeros.
ResponderEliminarFrancis Pieto, muchas gracia ti por leernos y comentar.
ResponderEliminarY aunque tarde, gracias tambien por la informacion, echaremos un vistazo a ese blog.
Un saludo.