Paris es la ciudad que primero albergó algo parecido a las actuales millas de oro. Cesar Ritz montó en 1898 un lujosísimo hotel en la Place Vendôme. En torno a él, atraídas por el poder adquisitivo de de sus huéspedes, empezaron a abrir joyerías y otras tiendas de lujo. Luego llegaron la Rue de Faubourg Saint Honoré y la Avenue Montaigne. Y poco a poco, en todas las grandes ciudades crecieron calles como aquellas. Hasta el punto de que hoy la ausencia de locales donde instalarse o los precios prohibitivos de los escasísimos disponibles ha empujado en muchas ciudades a la creación de núcleos paralelos. También hay que señalar que no siempre son las calles de lujo las de los alquileres mas caros.
Haciendo limpieza me he encontrado un artículo antigüo publicado en El País de Noviembre de 2006 sobre las millas de oro, como creemos que sigue siendo actual, al ser bastante generico resumimos lo que a nuestro parecer resulta mas interesante.
Las tiendas son mucho mas que lugares donde se compra y se vende. Son el interfaz entre el cliente y la marca, y su misión es comunicar ese espíritu. Para lograrlo todo es importante. El edificio, el escaparatismo, la manera en que se coloca el producto, la iluminación, la música, el atuendo de los dependientes, el trato que se dispensa... y por supuesto, la ciudad y la calle en que se ubica la tienda.
Las enormes tiendas de lujo que se conocen como flagships (buques insignia) suponen inversiones enormes, y su pretensión es concentrar toda la imagen de la marca en un punto clave. Por eso, la ubicación es fundamental. Una marca de lujo tiene que estar donde están las otras. Con esa filosofía se han formado en las grandes ciudades las llamadas millas de oro: calles que concentran el comercio de lujo. Tienen su origen en el carácter gremial de esta industria. Los plateros, joyeros, o peleteros se agrupaban en las mismas calles en las ciudades medievales. Pero el nacimiento de las millas de oro es un fenómeno del siglo XX.
Al instalar sus establecimientos estas marcas buscan, en primer lugar ciudades grandes con un publico cosmopolita que ya los conoce. Hay otro factor determinante: el turismo. El 50% de los clientes son turistas. Por eso las marcas buscan instalarse en las urbes que reciben turismo y, dentro de ellas, en calles con atractivo para el visitante. Y si se trata de consolidar una oferta de lujo, parece lógico poner las cosas fáciles al consumidor y agruparse geográficamente.
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