Restaurante Ana La Santa




Ya hemos repetido varias veces en este blog que parece que lo único que se mueve a nivel comercial en Madrid en estos últimos tiempos es la hostelería y hoy un nuevo ejemplo viene a confirmarlo. Ha abierto sus puertas hace poco y ya está en boca de todos, mas por su interiorismo que al parecer por su comida, el nuevo restaurante Ana La Santa, que se encuentra en la Plaza de Santa Ana de Madrid, en el espacio que dentro del hotel ME del grupo Melia ocupara antes Midnight Rose.



En principio pensamos que era el último proyecto del Grupo Tragaluz en Madrid por la autoría de su interiorismo, obra de Sandra Tarruella (ya hablamos de su Bar Tomate y de Luzi Bonbon), pero no, pertenece a “En compañía de lobos”, otro grupo de restauración también afincado en Barcelona pero con un carácter más internacional pues también tienen proyectos en México y en Colombia, además de en España.



También la confusión se ha debido posiblemente a que el citado grupo es un concepto de restauración ideado por Tomás Tarruella, hermano de la interista y co-fundador del Grupo Tragaluz, junto a otros empresarios también muy experimentados en restauración y con trayectoria internacional.



El restaurante recrea diferentes atmósferas para así poder llegar a todos los públicos y estar “abiertos a todas horas”, como anuncian en la entrada, y ya es tendencia en todas estas nuevas aperturas que se están produciendo en estos momentos en nuestra ciudad.



Según ellos mismos dicen: “el concepto del local, ideado por Tomas Tarruella y Perico Cortés, gira entorno a la recreación de espacios conocidos: el salón de casa, el bar de la esquina, el restaurante preferido y el jardín refrescante. Los espacios se relacionan entre sí creando un resultado que acomoda todos los gustos y la variedad de momentos que hay en un día. Un lobby con restaurante o un restaurante con lobby. Una tapa en el bar o un arroz en el comedor”.



En cuanto al local, podemos encontrar el sello de Sandra Tarruella, diseñadora habitual del grupo Tragaluz, en sus diversos ambientes. Quizá la principal protagonista del ambiente sea la luz, que inunda el espacio gracias a los magníficos ventanales que lo envuelven.



El centro del local lo ocupa la barra cuadrada que recibe al visitante desde la calle y en la que se pueden degustar tapas al mismo tiempo que permite ver la elaboración de los platos de plancha. En torno a ella se organizan cuatro zonas diferentes: un salón estar con chimenea, una zona de invernadero – jardín, un área de tapas, y un restaurante clásico.



En la zona izquierda del acceso y con ventanas a la plaza, se ubica el salón. Su atmósfera cálida y hogareña se ve reforzada con una chimenea adornada con una emblemática cabeza de toro que recuerda el pasado taurino del hotel, un escritorio y una estantería llena de libros. Un espacio ideal para leer, tomarse una copa o navegar por Internet. Cuenta con prensa y libros a la vista para entretenerse o simplemente pasar el tiempo mirando la plaza y la gente pasar.



En la zona derecha se ha ubicado un salón-comedor dentro de un invernadero de cristaleras con carpintería de hierro que da por un lado al interior del local y por el otro a la calle. Un agradable espacio donde refugiarse del ruido de la ciudad y sentarse a comer mirando a la plaza entre árboles y plantas o disfrutar cuando haga buen tiempo pues los ventanales quedaran abierto cuando el clima lo permita generando una espléndida terraza.



La cristalera interior conecta visualmente ese comedor más informal con el más formal y elegante del fondo. Al estar situados en diferentes niveles, los espacios quedan perfectamente delimitados sin necesidad de levantar barreras visuales.



Por último, la cocina de preparación de platos fríos está a la vista, en el fondo del local a la derecha, mientras que la de platos calientes se encuentra protegida detrás del elegante comedor de la zona más interior del local que hay tras la barra, decorado con fotografías de Madrid de Luis Baylón.



El interiorismo de Ana La Santa está repleto de detalles tradicionales revisados, como el techo de mimbre y el suelo hidráulico del invernadero, las sillas encordadas de Fredericia o los taburetes altos de Alki. Parte del mobiliario ha sido diseñado también por el estudio de Sandra Tarruella.



Según parece la reforma de locales de diseño moderno que los transforman de espacios más impersonales - y a los que quizá daba un poco respeto entrar - a espacios de ambiente más acogedor siguiendo las últimas tendencias está convirtiéndolos en locales de moda a los que todo el mundo quiere ir, pero creemos que no basta solo con eso pues el valor fundamental sobre todo en el caso de los restaurantes es su cocina y si ésta no está a la altura, por muy bonitos que sean, su éxito no está asegurado más allá de la novedad, y según las críticas que leemos ese está siendo el caso de algunas de las últimas aperturas.

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