Burbuja de los C. Comerciales




Quizá muchos de nosotros creíamos que el estallido de la burbuja solo había afectado a la vivienda, pero nosotros personalmente creemos que en la época de bonanza se trasmitió a nuestra vida en general, ej todo el sector servicios, bancos, retail, hostelería, etc.

En esa época dorada, que ahora sabemos no era de oro, sino solo chapada, todos nosotros gastábamos por encima de nuestras posibilidades, y no solo comprando viviendas sobrevaloradas, sino también permitiéndonos más caprichos de los que nos merecíamos, ya sea consumiendo artículos de marcas que nos permitían aparentar un estatus que no teníamos realmente pero que pretendíamos, o gastando más dinero del que teníamos en restaurantes, ocio, viajes etc.



Al explotar esa burbuja hemos puesto los pies en la tierra, incluso diríamos que más que eso, y ahora, por miedo, hemos dado un giro de 180 grados, hacia la austeridad, y compramos solo lo que realmente necesitamos.

Durante esa burbuja muchas tiendas al ver aumentar sus ventas optaron también por hacer crecer el número de sus espacios de venta, algunas multiplicando exponencialmente y abriendo allí donde se presentaba la oportunidad (todas querían ser como Zara). Esto les llevo a unos niveles de gasto que ahora al bajar las ventas también muchas de ellas se han visto en la tesitura de tener que replegarse y las menos afortunadas presentar concurso de acreedores.



Otro de los sectores que se dejó llevar de una filosofía similar es el de los centros comerciales. En grandes ciudades como Madrid y en unos pocos años se inauguraron una cantidad considerable, algunos incluso relativamente próximos, y todos con una oferta similar de tiendas, cines, grandes superficies de alimentación, etc. la única seña de diferenciación entre unos y otros parecía ser la superficie disponible, todo centro comercial nuevo que se abría era el más grande de España, con más m2 de superficie comercial y mayor número de tiendas, restaurantes, cines… pero nada más.



La crisis internacional, agravada aquí por el estallido de esa burbuja y sus consecuencias también les ha afectado a todos ellos en mayor o menor grado, al no haber diferenciación, el cliente, que ahora compra menos, lo hace en el que le pilla más cerca de su domicilio, tan solo si alguno de ellos le ofrece algo diferenciador puede que le motive a desplazarse hasta allí.



Al haberse convertido las compras y los lugares en que las realizamos en una actividad de ocio más, los responsables de marketing y dirección de esos centros comerciales están apostando por actividades que hagan repuntar las ventas, pero la mayoría se queja de que con ellas lo que están consiguiendo es aumentar el tránsito de público pero no de ventas.

Nosotros les aconsejaríamos que siguieran así, hay un dicho que dice que “donde hay público hay negocio”, es lógico que en estos momentos no haya ventas porque hay menos dinero para gastar y los clientes meditan más sus compras, pero cuando se produzca un respiro el público gastara allí donde normalmente ha acudido aunque no comprara. Esta inversión a largo plazo no es bien entendida por la propiedad de los centros, pues a esto lo que les interesa es que las ventas estén en continua subida para que los inquilinos de sus centros no tengan que cerrar, o que estos le exijan bajadas de alquileres para continuar bajo el temor que se marchen y el centro se vaya despoblando poco a poco hasta su cierre irremediable.



Muchos de esos inversores y propietarios que ahora se quejan en un principio admitieron como inquilinos a cualquier marca o particular que quisiera abrir una tienda, mejor eso a tener los locales vacíos, pues el índice de ocupación de un centro comercial es uno de los factores más importantes para atraer a las medianas y grandes superficies que sirven de locomotora al centro comercial, pero en cuanto que el centro empezaba a gozar de cierto éxito intentaban dejar fuera de el a los más pequeños y apostaban por las grandes marcas y cadenas, lo que ha llevado a esa uniformidad de tiendas y espacios que ahora aburre al público.

Quizá otro de los fallos que presenta el sector de los centros comerciales es que casi todos se dirigen a un mismo tipo de público, ese que se consideraba el más consumista: personas jóvenes, de clase media, con un nivel adquisitivo normal, que acudía a las tiendas fundamentalmente de precio medio bajo. Y se le ofrecía toda la oferta que había en el mercado en este tipo de producto, abarcando desde el medio bajo, hasta el medio alto.



En un futuro próximo nosotros nos parece que muchos de los centros comerciales de nuestra comunidad se van a ver en serias dificultades, algunos de ellos quizá sigan el camino del cierre como ya le ocurrió al C. C. M – 40, que sigue sin encontrar quien lo reflote, y la única salida para muchos de ellos va a ser la de la especialización, convertirse en una especie de centros comerciales temáticos especializados en cualquier ámbito.



En una entrada anterior hablábamos de cómo en Tokio se había abierto un centro comercial dirigido a personas de más de 50 años, con tiendas, restaurantes, etc. dedicados a ese tipo de público y complementado con espacios de salud y bienestar donde acudir al dentista, recibir un masaje, … Todo en este centro está pensado para ese público , con escaleras mecánicas a una velocidad más lenta, música acorde a su edad, un personal de atención más maduro y sensibilizado, etc.



La semana pasada conocíamos otro ejemplo, el C. Comercial K11, que ya cuenta con un cierto éxito y varios centros en Oriente, y anuncia ahora una próxima nueva apertura en Sanghai para el mes de Abril.

Detrás de este proyecto de Centro Comercial se encuentra el joven billonario chino Adrian Cheng. Pintor y tenor apasionado de canto, su idea es volver a dar a la clientela con alto poder adquisitivo –y amantes de las novedades - las ganas de comprar añadiendo una experiencia artística.



Su primer centro comercial nació en el 2009 en Hong-Kong dónde vive. Para él, esta nueva receta mezclando exposiciones artísticas con jardines, huertos o espacios verdes vestidos de cantos de pájaro es una evidencia: “los consumidores ricos no pueden seguir yendo a centros comerciales sin personalidad ni carácter, dónde se encuentran siempre las mismas marcas, quieren otra cosa, una revolución del espacio de venta, un viaje a lo imaginario” dijo en unas declaraciones concedidas a Le Monde.

Más que un centro comercial, K11, implantado actualmente en tres ciudades chinas – Wuhan, Pekín y Guiyang - ayuda económicamente a numerosos artistas locales.



De aquí al 2018, K11 prevé abrir un enorme centro comercial en Shanghai a finales de abril y 18 establecimientos más en 11 ciudades chinas. Por otro lado, Adrian Cheng tiene la firme intención de seguir apostando por el desarrollo internacional de su invento en Occidente. “Quiero exportar mi concepto a ciudades como Londres, París, Milán o Nueva York, pero no tengo prisa, primero debo conseguir las direcciones más prestigiosas en cada lugar”.



Según nuestra seguidora, y “corresponsal” en Hong Kong, Lourdes, que lo visito la pasada semana después de que lo mencionáramos en Twitter, en él se pueden encontrar diferentes tiendas que en el resto de centros comerciales de Hong Kong y mucho diseño Europeo. También nos comenta que están surgiendo nuevas tiendas de comerciantes locales con conceptos muy interesantes como Emoi. (Un concepto similar a MUJI pero Chino)

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