Mirando Atrás - Oficinas Swissair




Aunque todavía tenemos muchas inauguraciones pendiente, hoy viernes vamos a daros/darnos un descanso con una nueva entrada de nuestra sección Mirando Atrás que como ya sabéis esta dedicada a recordar establecimientos comerciales desaparecidos que marcaron un “estilo” en su momento o que creemos son dignos de reseñar. Hoy vamos a comentaros las oficinas centrales que Swissair tenia en el Edificio España de Madrid, diseñadas por entonces por el joven arquitecto Antonio Lamela en 1956.

El proyecto de Swissair se planteaba afrontar tanto el problema urbano que supone el chaflán a Gran Vía como la respuesta desde el diseño al nuevo programa. Consciente de cómo el edificio Torre España se propone tanto conclusión del tercer tramo de Gran Vía como arranque de la nueva calle Princesa, Lamela comprende que "ser moderno" en el diseño va mas allá de la respuesta arquitectónica. En consecuencia lleva el proyecto a la calle y muestra -a través de un novedoso diseño de fachada- cuanto el uso de aquel local comercial la coherencia con cuanto simbolizaba el edificio.



Si en el interior recurría a la idea de un gran mostrador articulado que repetía, en sus quiebros, la idea misma de chaflán y optaba por una decoración basada en una medida utilización de color y luz -aprovechando que el edificio contaba con grupos electrógenos propios, en tiempos de "restricciones" en lo que el derroche de luz se identificaba con lujo y "otra forma de vida"- Lamela trazó el acceso por el chaflán valorándolo cómo cierre y remate de la nueva calle, disponiendo una cristalera -de doble altura- donde la visera de entrada quedaba supeditada ante la disposición de un panel superior que, compositivamente, recordaba las composiciones mondrianescas, conseguido con pletinas, vidrio y plástico de colores, los entonces usuales de SWISSAIR.

La parte alta quedaba protegida de vistas con una persiana veneciana que, a la vez, cumple una misión decorativa de ritmo horizontal y sobre la que destaca la marca de la firma, cuyo nombre luminoso corona todo el frente. Fue una novedad la conexión máxima entre el interior y el exterior, rompiendo criterios establecidos; el local se dominaba desde la calle, principalmente de noche.



En el interior procuró conseguir ligereza contando con “el color” como elemento fundamental, empleando amarillo, azul y bermellón. Las pesadas columnas existentes en el interior desaparecen visualmente como tales, revestidas con paneles de madera, despegados del propio soporte, separados de suelos y techos. Análoga solución se mantuvo en los revestimientos verticales. El mostrador típico fue sustituido por una mesa doble, consiguiéndose una impresión más amable. El panel de fondo de esta zona de trabajo es de vidrio listado, permitiendo ver desde el interior del despacho, sin ser vistos.

El lateral derecho se revistió de madera decapada, procurando un fondo neutro para la forma metálica sobre la que se adosan fotografías publicitarias. En el frente se procuró dar la sensación de ligereza mediante aletas horizontales. La barandilla, era continuación de la que protegía la escalera, de peldaños exentos. La decoración se enriqueció con un composición pictórica, evocadora del viaje aéreo, del pintor Cárdenas, en la zona de la escalera. La iluminación de techo repetía temas abstractos, inspirados en constelaciones estelares. El objetivo final era transmitir confianza, en una época en que el transporte aéreo era cuestionado en cuanto a seguridad.



Mas allá del guiño a la modernidad, la singularidad de aquel proyecto fue tanto dar sensación de transparencia –conseguida mediante la fachada de vidrio- como sacar a la calle un interior caracterizado tanto por una fuerte utilización del color como por una sorprendente iluminación que, dispuesta aleatoriamente, decía inspirarse en "constelaciones estelares". Aquellas oficinas abiertas al público, proyectadas desde la intención por convertir un espacio arquitectónico en proclama publicitaria de la compañía aérea, tuvieron el éxito comercial deseado ante una población ávida de entender cuanto aquella la modernidad -el cristal, las luces, los colores en la decoración ...- contrastaba con la sordidez de la época. El resultado pretendido (y conseguido) no solo resolvía el programa exigido sino que llevaba a la calle la imagen de modernidad, haciéndola perceptible tanto por los clientes de la entidad como por los viandantes de Gran Vía.



A lo largo de los últimos cincuenta años, Estudio Lamela ha sabido construir una sólida trayectoria profesional marcada por obras de indiscutible protagonismo, en las que siempre ha destacado su carácter innovador y la seriedad de sus planteamientos. Este bagaje le ha permitido ser uno de los pocos estudios españoles con un hueco en el difícil panorama internacional, en el que día a día aumenta su presencia.

3 comentarios:

  1. Lo recuerdo bien, sobre todo el mural, que me encantaba, y la escalera suspendida... ¿Qué hay ahí ahora? Os tengo abandonados, perdonadme...

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  2. Ardilla, nosotros no tenemos tanta memoria. Yo recuerdo como estaba posteriormente y como quedo tras la bomba, ya que me pillo por la zona.

    En la actualidad y aunque parezca increible y como señal de los tiempos que corren, el edificio España esta completamente vacio, a la espera de que hagan algo con él, pero parece que va para largo, lo ultimo que hicieron fue limpiarle la fachada. Que pagaron con publicidad en las vallas que pusieron cubriendo el edificio.

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  3. squirrel,Y tranquilo por tus ausencias, las entendemos muy bien, en la vida hay prioridades y sabemos que tú en estos momentos tienes otras cosas que atender. Un saludo.

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