Esta misma mañana nada más llegar al estudio nos desayunábamos con la pregunta de un cliente que nos ha dado pie a esta entrada. La cuestión era cuales considerábamos, a nuestro parecer, los maniquíes más adecuados para su tienda.
Nuestra experiencia en el sector nos ha formado una opinión al respecto y algunas claves a seguir que hacemos llegar a nuestros clientes cuando así nos lo piden, aunque no seamos escaparatistas.
La primera clave es de pura lógica, pero no por ello es siempre seguida, aunque los maniquíes son un elemento auxiliar en la decoración de la tienda su estética es determinante y tienen que seguir una coherencia con la estética del espacio y los valores de marca. Decimos que no siempre es así porque hay quien después de remodelar todo su establecimiento se empeña en ahorrarse unos euros aprovechando los maniquíes que ya tenía (aunque estos le sienten a su nueva imagen como a un “cristo dos pistolas”).
Como es un elemento que no se cambia cada temporada, sino que las más de las veces tienen que durar bastantes años, hay que tener cuidado a la hora de elegirlos. Hay que ser precavido con los más extravagantes, pues si es cierto que en un principio llamaran poderosamente la atención sobre los escaparates, se corre el peligro de que al cabo de pocos años se hayan quedado desfasados y haya que cambiarlos sin haberlos amortizado. También hay que ser cauto con aquellos que muestran un aspecto demasiado estilizado o deformado pues al no tener las proporciones de una persona normal las prendas pueden no sentarles del todo bien, algo muy importante si lo que queremos es vender la prenda y no imagen global.
Su estética y color tiene mucho que ver con las modas, que en este sector también existen, y si hasta no hace muchos años la tendencia eran que se pareciesen lo más posible a una persona, imitando el color de la piel e incluso complementándolos con pelucas que se podían peinar según las modas de cada temporada (para para esto era necesario contar con un escaparatista que estuviese al tanto de las tendencias y le sacase el máximo partido), hoy en día lo más habitual es que no tengan pelo, o tengan lo que se denomina “pelo esculpido” en el mismo material que el resto del maniquí.
Los maniquíes también se pueden reciclar, y ahora con la moda del monocromatismo (los colores más comunes son gris oscuro, negro, blanco o algún metalizado), muchos antiguos pueden quedar como nuevos aplicándoles una nueva capa de color; eso sí con spray o pistola y una pintura de calidad para que el resultado sea el adecuado, no se trata de pegarles unos “brochazos”.
Es también de gran importancia tener en cuenta a que publico nos dirigimos a la hora de elegirlos; no es lo mismo elegir unos maniquíes para una tienda de ropa joven que para una de deportes u otra dirigida a un sector de público más maduro; las posturas y estética de unos nada tiene que ver con las de los otros.
Para, por ejemplo, un tipo de tienda de más alto precio y dirigida a un público de más edad lo idóneo sería elegir un maniquí de postura elegante, que permita poses sencillas y fáciles de adaptar a cambios de estilo y temporadas. En cambio dirigirse a un público más joven permite decantarse por unos con más movimiento, posturas más forzadas y estéticas más arriesgadas (estilizados o deformado a los que hacíamos referencia antes, tipo comic, etc.).
Para prendas más clásicas, confección a medida, etc. se han utilizado normalmente bustos clásicos (con pie de madera por ejemplo) que no dejan de ofrecer un estilo sencillo y elegante con un coste considerablemente inferior al de los maniquís, aunque ahora está de moda mezclar unos y otros, con un buen resultado por otra parte.
Dentro de los maniquíes una opción de moda hace unos años pero que en la actualidad está un poco a la baja son los maniquíes sin cabeza; tienen la ventaja de ser más duraderos en el tiempo pero menos impactantes que con cabeza; son especialmente indicados en aquellos países con algún tipo de restricción de tipo religioso.
De entre lo último que hemos visto y nos ha llamado la atención destacaríamos la tendencia hacia los maniquíes invisibles, que se ha puesto de moda a partir del excelente trabajo realizado en el Museo Balenciaga. Se trata de un tipo de maniquí que realza la prenda al máximo, pues esta se encuentra casi flotando, sin que podamos casi apreciar su soporte tal como hemos visto también en las pocas imágenes que se han filtrado de la nueva imagen de tienda de Pronovias diseñada por Lázaro Rosa Violán. Para su utilización la prenda que se exhiba tiene que ser de una factura muy buena ya que la atención se centra totalmente en ella, por lo que estaría especialmente indicado para alta costura o, como en este caso, vestidos de novia.
Etiquetas:
Instalaciones,
Interiorismo,
Merchandising,
Moda,
Tendencias,
Tiendas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario