Renovarse o Morir


Nadie duda de que el cine esta en crisis. Gracias a las nuevas tecnologías y al abaratamiento de los reproductores al espectador cada vez le cuesta mas abandonar la comodidad de su casa para ver una película, y sólo lo hace cuando se le ofrece algo de lo que no puede disfrutar en casa (efectos especiales, 3D, sonido, etc..).Aun así, seguimos añorando la “magia” de las salas de cine y el acto social de “ir al cine”, y es por ello por lo que propuestas como la que se acaba de inaugurar en Paris nos parecen muy interesantes: hace falta imaginación, nuevas propuestas y además precios competitivos para salir de las crisis.

Os ofrecemos un resumen con datos entresacados de diversos artículos de diversos medios entre ellos el diario “El País”


A partir del 5 de diciembre París tiene su calle del cine con la reapertura del Foro de imágenes en pleno centro de Les Halles (distrito 1º), totalmente remodelado, y la inauguración de la biblioteca François Truffaut, dedicada al 7º arte.

El nuevo Foro muestra ahora una fachada acristalada de 40 metros de longitud. Desde el hall de entrada, reciben al visitante colores vivos y cálidos: rosa, gris y blanco y una asombrosa cinta luminosa, creada por el diseñador de luces Georges Berne. “Es como el camino de Pulgarcito, se sigue a través de las obras”, sonríe Anouk Legendre, la arquitecta que ha renovado el Foro.


En el mismo hall, un entresuelo pintado de negro recibe a los comensales del 7º bar, el espacio de restauración. “Deseábamos un lugar de vida, al que se acuda no sólo por las proyecciones”, explica Laurence Herszberg, directora general del Foro. En la 1ª planta, una zona de lectura permite consultar revistas y publicaciones que no están dedicadas exclusivamente al cine.


En el Forum des Images hay salas como las de toda la vida, con capacidad para 450 personas, que se utilizan para proyectar buenas películas en silencio. Pero también hay una habitación enorme llena de pantallas individuales enfrentadas a unos sillones muy cómodos (y de colores chillones). Por cinco euros, un espectador puede ver la película que echen en la sala grande (por lo general muy buena: ahora se desarrolla un ciclo sobre Nueva York).

Hay más posibilidades: cerca de esta sala enorme hay otra un poco más pequeña, insonorizada, con capacidad para siete butacones. Al fondo de esta salita, una pantalla plana por la que más de algún cinéfilo mataría con tal de poder colgarla en la pared de su dormitorio. Todo se alquila por 14 euros, durante cuatro horas. Ideal para siete amigotes. Es lo más parecido que existe en esta ciudad a ver una película en tu casa con un grupo de amigos..., pero (otra vez) sin estar en casa.

Una modalidad original es la que incluye, por nueve euros, una comida y la proyección de un cortometraje. Es una oferta destinada a los oficinistas, trabajadores y empleados de jornada partida que habitan el centro de París y que cuentan con un rato después de comer. "Tratamos de tener una enorme diversidad de público, no sólo el público experto, sino de todo tipo", explica Laurence Herszberg.

Es cierto. No se desdeña al cinéfilo: una vez al mes, un cineasta reputado (este mes es Claude Chabrol) habla de su vida y de su obra. Tampoco se olvida a los padres con niños a cuestas: actualmente se desarrolla un ciclo de cine infantil, especialmente elaborado para espectadores desde los 18 meses a los cuatro años. Para ellos se eligen cuidadosamente películas adaptadas, cintas más cortas de lo normal, viejas filmaciones en blanco y negro animadas por cantantes o músicos. "Intentamos enseñarles a amar el cine, a que aprendan a ver películas, a la oscuridad, a la que se acostumbran gradualmente. Y es asombroso lo callados que están los pequeños, lo que les gusta...", explica la directora.


Y un domingo al mes, el incomparable Bertrand Tavernier desarrolla un ciclo particular que sólo tiene que ver con él mismo. Durante una tarde, en una sala enorme y por lo general repleta de público, el cineasta francés habla y comenta viejas películas que trae de la inacabable videoteca de su casa. La directora cierra los ojos al recordarlo: "Convierte esas tardes en algo irrepetible. No sólo por su cultura cinematográfica, sino por la manera que tiene de contar las cosas. No da conferencias: cuenta una historia, es eso lo que le convierte en alguien fascinante".

Y si a pesar de todo a uno no le gustan las películas, da igual. Puede entrar en el Forum des Images, quedarse en ese vestíbulo futurista de la Pantera Rosa, conectar su ordenador a uno de los enchufes gratuitos que se encuentran a mano y sentarse en un sillón morado a pasar la tarde, aprovechándose del wi-fi que flota en el entorno.La directora Herszberg lo sabe y lo aprueba: "Se trata de que la gente entre y se quede. Para entrar no hay que pagar, sólo al acceder a las salas.

Hemos intentado crear un espacio en el que todos se sientan cómodos. Ya irá luego a la sala, o al día siguiente; o se pondrá a hablar con otro que sí ha ido. Queremos que la gente hable aquí de cine. Porque el cine depende de la imagen. Pero también de la palabra".

1 comentarios:

  1. commendable work!

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    Regards,
    Mehta

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